miércoles, 29 de febrero de 2012

Correo de lector sobre el Yunque

En el día de ayer hemos recibido de un lector argentino el correo que reproducimos a continuación. Es largo pero creemos que vale la pena para tener otra campanada. 
Por obvias razones no podemos comprobar la veracidad lo que aquí se afirma. Así que, como siempre, tomar con cuidado y leer con criterio. Hemos corregido un poco la redacción y la ortografía. Lo resaltado es nuestro.


Estimados Sres. de Infocaótica,

En referencia a su entrada del pasado sábado 25 de febrero, intitulada “El informe confidencial sobre El Yunque”, quisiera acercarles algunas reflexiones puesto que considero que mucho de lo que se ha publicado al respecto (incluído el Informe) está lleno de “pescado podrido” (información provista por la misma organización para desorientar).

Durante más de 15 años he estado investigando a esta “sociedad secreta” (o reservada, como dicen ellos). He leído distintos libros, informes, entradas en bitácoras, aportes en foros, videos y notas televisivas. Logré contactar con yunquistas, en actividad o “apagados”; primero en Méjico, pero también en España y la Argentina. Es en base a todo eso que digo lo que sigue.

Como sabrán los que han leído sobre los Cristeros mejicanos, la persecución a los católicos no cesó con los Acuerdos de 1929: los principales líderes cristeros fueron aislados por la Jerarquía mejicana y literalmente cazados por el gobierno, al mismo tiempo que los sacerdotes que habían apoyado el levantamiento cristero fueron trasladados o se vieron obligados a exiliarse. Es sobre este contexto, durante la década del ’30, que aparece toda una red de sociedades secretas católicas; una de las cuales, surgida ya en 1930 fue el Yunque. Pero no fue la única ni la de mayor peso. De hecho, durante sus primeras décadas de vida, el Yunque limitó su actividad al Estado de Jalisco y a su capital, Guadalajara.

Estas sociedades secretas actuaban de forma semi clandestina, tenían vínculos con sacerdotes y obispos, se financiaban con católicos europeos o estadounidenses, poseían brazos políticos o, incluso, servicios de orden más o menos violentos (recordemos que hasta la Segunda Guerra Mundial, a nivel mundial la política consistía fundamentalmente en “ocupar” la calle, y defenderse de los grupos antagonistas que querían evitar que se “ocupara”). Como suele suceder en estos casos, no todos los que eran útiles para estas sociedades, eran concientes de pertenecer al grupo. Es importante recordar esto para no caer en acusaciones injustas.

La primera acción importante del Yunque en Méjico de que se tiene constancia fue la organización de una serie de manifestaciones de los estudiantes católicos de Jalisco en los ’30 y que culminó con la fundación de la Universidad Autónoma de Guadalajara. Un porcentaje ínfimo de los manifestantes era de yunquistas, pero su accionar en esta “crisis” para obtener la autorización para la universidad sería característica de la forma de actuar del grupo.

En ese tiempo, el gobernador de Jalisco se encontraba enfrentado con Ciudad de Méjico, y los yunquistas le hicieron entender que aplacando las manifestaciones de estudiantes y cediendo en la fundación de una universidad, se podría ganar el apoyo de los católicos de la región en su enfrentamiento con el gobierno central.

Pero había otro problema: fundar una universidad confesional (católica) estaba prohibido por ley. Nuevamente el Yunque encontró la solución: sería una fundación autónoma, pero controlada “oficialmente” por una familia de catolicismo reconocido —los Cuesta Gallardo—, pero “extraoficialmente” por el mismo Yunque que proveería el nexo necesario entre la Jerarquía y los profesores.

Es importante entender esto. Más allá de ritos de iniciación —que pueden o no existir, y que son más o menos irrelevantes— la característica más importante del Yunque es su metodología de acción, que alguno dirá cuasi masónica, y otros, simplemente discreta según el mandato de Cristo (“prudentes sicut serpentes et simplices sicut columbae”, es el lema no oficial del Yunque)… Y es esta metodología lo que han exportado desde Méjico a nuestros países y lo que los distingue al día de hoy.

Pero volvamos un instante sobre el tema de las sociedades secretas mejicanas. En esas primeras décadas posteriores a la Cristiada, mucho más relevante que el Yunque fue la Base. Con sede en el Estado de Guanajuato y su capital, León, la Base impulsó un movimiento político que, en determinado momento, llegó a poner en jaque a todo el sistema. Me refiero al Sinarquismo.

No debemos confundir al sinarquismo mejicano con la famosa “conspiración sinarquista”, que tanto ha dado que hablar a complotistas y paranoicos en todo el mundo. En Méjico el término —del griego “syn” (con) y “archía” (gobierno)— era utilizado como opuesto a democracia, monarquía u oligarquía, todos ellos sistemas que habían traído guerra y desunión a los mejicanos. El Movimiento, en cambio, decía proponer un gobierno donde hubiese armonía entre las diversas corporaciones y clases sociales. Resumiendo mal y pronto, diríamos que el sinarquismo fue el modo mejicano del fascismo.

Eventualmente, el fin de la Segunda Guerra Mundial y el inicio de la Guerra Fría pondría fin al sinarquismo, dividido entonces entre tercermundistas y pro-yanquis. De más está decir que en esta división, mucho tuvo que ver la Base, cuyas fuentes de financiamiento principales se encontraban entre los católicos de los Estados Unidos.

Para ese tiempo, década del ’50, el Yunque se traslada hacia el Oriente mejicano, al Estado de Puebla, de la mano de un combativo profesor universitario —Ramón Plata Moreno— y un ardoroso jesuita —Joaquín Sáenz Arriaga—. También se fundará tiempo después un Yunque en el norte, en el Estado de Sonora, con su capital Hermosillo.

El Yunque de Occidente, los “tecos” de Guadalajara, se convertirán en los ’50 en duros luchadores anticomunistas, con fuertes vínculos con los Estados Unidos y propagadores de toda clase de denuncias sobre infiltraciones y conspiraciones con el “nom de plumeMaurice Pinay.

Por su parte, el Yunque de Oriente, y su líder Ramón Plata, se verá influenciado por los escritos de Jean Ousset y Plinio Correa de Oliveira, y toda la literatura de contrainsurgencia de la hoy conocida como Escuela Francesa —incluso se han denunciado vínculos con la OAS—. Así fundaron numerosas “pantallas” que abrían diversos frentes de combate. En el ámbito universitario, entonces muy convulsionado, el Yunque organizó el Frente Universitario Anticomunista de Puebla o el Movimiento Universitario de Renovadora Orientación de Méjico (mejor conocido como “el Muro”), que combatían en el terreno de las ideas y la propaganda la mayoría de las veces, a los puños, otras, contra los grupos marxistas enquistados en la universidad mejicana.

Si bien las orientaciones, entonces, eran distintas, fue el Concilio Vaticano II el que trajo la ruptura definitiva.

Es imposible entender la fuerza del tradicionalismo mejicano clásico, tan peculiar en su estilo —poco predispuesto a distinguir matices y siempre dado a las conspiraciones—, ya sea sedevacantista o filo-sedevacantista, sin considerar lo que fue Guadalajara, como centro intelectual de la resistencia al postconcilio, sufriendo incluso atentados terroristas y, posiblemente, provocando otros.

Por su parte, el Yunque de Ramón Plata, sin cesar en sus denuncias a las infiltraciones en la Iglesia, se declaró sumiso a la Santa Sede y combatió al de Guadalajara como “falsa derecha”. Por su parte, los tecos acusaron a Plata Moreno de “lacayo de Ousset” e “infiltrado de Plinio” y, posiblemente, fueron quienes denunciaron a los alumnos y profesores yunquistas que fueron expulsados de la Universidad Autónoma de México en 1968.

Es entonces que estos yunquistas exiliados de la Ciudad de Méjico fundan la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla. Del mismo modo que dos décadas antes se había hecho en Guadalajara, el Yunque “negocia” con el gobernador poblano que buscaba mejorar su base de popularidad frente al gobierno federal. Nuevamente no se crea una “universidad católica”, sino una controlada por el Yunque que hace de nexo con entre la Jerarquía y los profesores, a la vez que los controla.

En un suceso poco claro, miembros de la Asociación Católica de la Juventud Mexicana (ACJM) de Guadalajara que participaban de una peregrinación al monumento a Cristo Rey en el Cerro del Cubilete se enfrentan a los tiros con miembros del Muro, muriendo dos tapatíos. Por su parte, Ramón Plata Moreno sufre un atentado en su vehículo, al que, por poco, sobrevive. Éste aseguró, al menos en su visita a la Argentina, donde se reunió con miembros de la TFP y de la Ciudad Católica, que había sido atacado por tecos —finalmente, en 1979, lograrían asesinarlo—.

Casi no hay dudas de que el Yunque estuvo involucrado en el planeamiento y la ejecución del viaje relámpago y sorpresa del Papa Juan Pablo II a Méjico durante la celebración de la III Conferencia General del Episcopado Latinoamericano en Puebla. Se organizan grandes manifestaciones para ver al Papamóvil que, a propósito, recorre grandes extensiones. El hábil Papa polaco, rápidamente, toma las riendas de las reuniones de los obispos latinoamericanos y, fortalecido con el apoyo popular que dejaba boquiabiertos a los prelados, deja de lado los textos que impulsaba el poderoso sector tercermundista. Como reconocieron éstos, Puebla fue un “retroceso” respecto a Río de Janeiro y Medellín.

Para terminar con Méjico, vale decir que no hay dudas de las vinculaciones del Yunque con los Cruzados de Cristo Rey, con los Legionarios de Cristo y otras congregaciones e institutos. Tampoco hay dudas sobre la participación de yunquistas en la cúpula de los más grandes conglomerados empresariales mejicanos. Y la actividad del Yunque en el seno del Partido Acción Nacional (PAN), fue reconocida públicamente por Manuel Díaz Cid (profesor de la UPAEP, miembro fundador del Yunque de Puebla y asesor de Fox).

Pero como decimos antes, no todos los que les son útiles al Yunque son miembros de esta organización. Aunque Lenin haya acuñado el término, los “idiotas útiles” no son privativos del marxismo.

Ahora bien, ¿qué hay del Yunque en España y en la Argentina de que hablé al comienzo? De nuevo, como dije antes, el Yunque no es tanto una organización como una metodología.

En los comienzos del portal HazteOír.org, se habló de la “línea mexicana” de actuación: influir en la sociedad desde arriba, desde las élites políticas, económicas y sociales… y, también, eclesiásticas. El secretismo no se da tanto sobre la pertenencia al catolicismo —incluso, en ocasiones, se trata de gente de Misa tridentina—. Lo secreto son los fines de las “pantallas” que crean.

Cuando el Yunque comenzó a operar en España, en el período de la Transición, formaba jóvenes con lecturas como el “Para que Él reine” de Ousset, “Revolución y contra-revolución” de Plinio o “Doctrina de la acción contrarrevolucionaria” de Chateau-Jobert, salidas al campo, prácticas de tiro y artes marciales, también lecturas más seculares sobre liderazgo, personalidad, marketing personal, etc.

En general los jóvenes yunquistas eran reclutados de fuentes muy diversas: algunas de las Falanges, del Carlismo o de Fuerza Joven, pero también de grupos juveniles de parroquias conservadoras o movimientos católicos más o menos tradicionales (incluyendo el Opus Dei). Pero eran la élite y “los mejicanos” los entrenaban para un nuevo tipo de guerra.

La idea de haber sido elegidos, de contar con información confidencial y “entender” realmente lo que está en juego, de ser los “comandos católicos” o los “007” de la Iglesia, les daba cierta cohesión, espíritu de pertenencia y de propósito compartido, aún actuando “tras líneas enemigas” o “in partibus infidelium”.

En nuestro tiempo, esos otrora jóvenes han participado de la creación y organización de los Congresos de Católicos y Vida Pública, la cadena Cope, el portal HazteOír.org, la plataforma Profesionales por la Ética, etc. ¿Quiere decir que estos grupos son “la cara” del Yunque, o sus portavoces o sus “tapaderas” —como dice el Informe que Uds. publicaron—? No necesariamente. No trabaja así el Yunque.

Por eso, aunque Luis Fernando Pérez Bustamante hubiese hecho la pregunta de oro que no hizo a Ignacio Arsuaga en su tan extensa como inútil entrevista del 3 de febrero pasado, “¿Es Usted miembro del Yunque?”, la respuesta del presidente de HO podría haber sido tranquilamente: “No”. Puesto que el Yunque, como tal, no existe.

Existe una metodología de acción, una serie de entidades intermedias (fundaciones, ONGs, plataformas, portales de internet) que operan en red —lo que llaman “brazos de Dios”—, una tendencia a la concertación con grupos afines que realmente puedan incidir en la sociedad —aún cuando en un 99% de los temas se escapen de la doctrina católica—. Y existen sí yunquistas infiltrados y que operan en organizaciones de todo tipo y calidad, religiosas o seculares, políticas o económicas, mayoritarias o elitistas, pero que “misteriosamente” tienden a coincidir en la oportunidad de sus planteos, en la forma de presentarlos, etc.

¿Y en la Argentina? El Yunque existe y también desde la década del ’70, sino antes. Sabemos de pequeñas células en las Fuerzas Armadas, de yunquistas individuales en lo que fue la Ciudad Católica (IPSA) en su momento de mayor apogeo y extensión geográfica y de ciertos contactos en la cúpula de la Universidad Católica Argentina y, en algún momento, sus Cursos de Cultura Católica que se daban por todo el país (luego escindidos y puestos bajo la protección de una fundación sin fines de lucro).

Al día de hoy, sabemos de al menos cuatro grupos que hacen uso de la metodología yunquista en la Argentina (infiltración, concertación, uso de organizaciones pantalla, formación de élites, etc.), incluso con la cooperación de institutos religiosos conservadores, pero sin ser parte del Yunque —y, en algunos casos, en abierto enfrentamiento con “los mejicanos”—. Aunque en ocasiones colaboren con ellos… y es que los yunquistas consiguen auspiciantes, intercambios y apoyos internacionales, edición y publicación de libros, viajes y conferencias, etc. Vale decir que los que hacen uso de esta “metodología” en estos grupos de que hablamos, tienen también vínculos con La Reja (me refiero no sólo a “lefes” muy conocidos en el ambiente, sino también a profesores del Seminario).

De nuevo, no se trata de que estas personas escondan su catolicismo —si diéramos nombres, una mínima búsqueda en Internet nos daría suficiente información sobre su actividad—, sino lo que esconden es su metodología e intenciones en los lugares en los que operan; sean del Yunque o de cualquier otra de estas redes a que me refiero en el párrafo anterior.

Pero, cada tanto, el Yunque cruza límites que provocan su condena pública. En julio de 2009, el P. José Luis Torres-Pardo, “padre fundador” del Instituto de Cristo Rey (una escisión argentina de los Cooperadores Parroquiales), denunciaba públicamente en una carta la infiltración del Yunque (y sus filiales, “la Organización” y “la Empresa”) en su rama laical, la Legión de Cristo Rey, y prohibía a sus miembros pertenecer a dicha sociedad secreta.

Pero aún, al día de hoy, hay quien sigue dudando de que el Yunque exista. Pero, como las brujas, haberlo, haylo.

Felicidades por su blog.

Erwin

PD: Por razones obvias, si por alguna de esas cosas de la vida llegasen a publicar este mail, por favor no pongan mi nombre verdadero ni mi correo. Gracias.-

Correo de lector sobre el Yunque

En el día de ayer hemos recibido de un lector argentino el correo que reproducimos a continuación. Es largo pero creemos que vale la pena para tener otra campanada. 
Por obvias razones no podemos comprobar la veracidad lo que aquí se afirma. Así que, como siempre, tomar con cuidado y leer con criterio. Hemos corregido un poco la redacción y la ortografía. Lo resaltado es nuestro.


Estimados Sres. de Infocaótica,

En referencia a su entrada del pasado sábado 25 de febrero, intitulada “El informe confidencial sobre El Yunque”, quisiera acercarles algunas reflexiones puesto que considero que mucho de lo que se ha publicado al respecto (incluído el Informe) está lleno de “pescado podrido” (información provista por la misma organización para desorientar).

Durante más de 15 años he estado investigando a esta “sociedad secreta” (o reservada, como dicen ellos). He leído distintos libros, informes, entradas en bitácoras, aportes en foros, videos y notas televisivas. Logré contactar con yunquistas, en actividad o “apagados”; primero en Méjico, pero también en España y la Argentina. Es en base a todo eso que digo lo que sigue.

Como sabrán los que han leído sobre los Cristeros mejicanos, la persecución a los católicos no cesó con los Acuerdos de 1929: los principales líderes cristeros fueron aislados por la Jerarquía mejicana y literalmente cazados por el gobierno, al mismo tiempo que los sacerdotes que habían apoyado el levantamiento cristero fueron trasladados o se vieron obligados a exiliarse. Es sobre este contexto, durante la década del ’30, que aparece toda una red de sociedades secretas católicas; una de las cuales, surgida ya en 1930 fue el Yunque. Pero no fue la única ni la de mayor peso. De hecho, durante sus primeras décadas de vida, el Yunque limitó su actividad al Estado de Jalisco y a su capital, Guadalajara.

Estas sociedades secretas actuaban de forma semi clandestina, tenían vínculos con sacerdotes y obispos, se financiaban con católicos europeos o estadounidenses, poseían brazos políticos o, incluso, servicios de orden más o menos violentos (recordemos que hasta la Segunda Guerra Mundial, a nivel mundial la política consistía fundamentalmente en “ocupar” la calle, y defenderse de los grupos antagonistas que querían evitar que se “ocupara”). Como suele suceder en estos casos, no todos los que eran útiles para estas sociedades, eran concientes de pertenecer al grupo. Es importante recordar esto para no caer en acusaciones injustas.

La primera acción importante del Yunque en Méjico de que se tiene constancia fue la organización de una serie de manifestaciones de los estudiantes católicos de Jalisco en los ’30 y que culminó con la fundación de la Universidad Autónoma de Guadalajara. Un porcentaje ínfimo de los manifestantes era de yunquistas, pero su accionar en esta “crisis” para obtener la autorización para la universidad sería característica de la forma de actuar del grupo.

En ese tiempo, el gobernador de Jalisco se encontraba enfrentado con Ciudad de Méjico, y los yunquistas le hicieron entender que aplacando las manifestaciones de estudiantes y cediendo en la fundación de una universidad, se podría ganar el apoyo de los católicos de la región en su enfrentamiento con el gobierno central.

Pero había otro problema: fundar una universidad confesional (católica) estaba prohibido por ley. Nuevamente el Yunque encontró la solución: sería una fundación autónoma, pero controlada “oficialmente” por una familia de catolicismo reconocido —los Cuesta Gallardo—, pero “extraoficialmente” por el mismo Yunque que proveería el nexo necesario entre la Jerarquía y los profesores.

Es importante entender esto. Más allá de ritos de iniciación —que pueden o no existir, y que son más o menos irrelevantes— la característica más importante del Yunque es su metodología de acción, que alguno dirá cuasi masónica, y otros, simplemente discreta según el mandato de Cristo (“prudentes sicut serpentes et simplices sicut columbae”, es el lema no oficial del Yunque)… Y es esta metodología lo que han exportado desde Méjico a nuestros países y lo que los distingue al día de hoy.

Pero volvamos un instante sobre el tema de las sociedades secretas mejicanas. En esas primeras décadas posteriores a la Cristiada, mucho más relevante que el Yunque fue la Base. Con sede en el Estado de Guanajuato y su capital, León, la Base impulsó un movimiento político que, en determinado momento, llegó a poner en jaque a todo el sistema. Me refiero al Sinarquismo.

No debemos confundir al sinarquismo mejicano con la famosa “conspiración sinarquista”, que tanto ha dado que hablar a complotistas y paranoicos en todo el mundo. En Méjico el término —del griego “syn” (con) y “archía” (gobierno)— era utilizado como opuesto a democracia, monarquía u oligarquía, todos ellos sistemas que habían traído guerra y desunión a los mejicanos. El Movimiento, en cambio, decía proponer un gobierno donde hubiese armonía entre las diversas corporaciones y clases sociales. Resumiendo mal y pronto, diríamos que el sinarquismo fue el modo mejicano del fascismo.

Eventualmente, el fin de la Segunda Guerra Mundial y el inicio de la Guerra Fría pondría fin al sinarquismo, dividido entonces entre tercermundistas y pro-yanquis. De más está decir que en esta división, mucho tuvo que ver la Base, cuyas fuentes de financiamiento principales se encontraban entre los católicos de los Estados Unidos.

Para ese tiempo, década del ’50, el Yunque se traslada hacia el Oriente mejicano, al Estado de Puebla, de la mano de un combativo profesor universitario —Ramón Plata Moreno— y un ardoroso jesuita —Joaquín Sáenz Arriaga—. También se fundará tiempo después un Yunque en el norte, en el Estado de Sonora, con su capital Hermosillo.

El Yunque de Occidente, los “tecos” de Guadalajara, se convertirán en los ’50 en duros luchadores anticomunistas, con fuertes vínculos con los Estados Unidos y propagadores de toda clase de denuncias sobre infiltraciones y conspiraciones con el “nom de plumeMaurice Pinay.

Por su parte, el Yunque de Oriente, y su líder Ramón Plata, se verá influenciado por los escritos de Jean Ousset y Plinio Correa de Oliveira, y toda la literatura de contrainsurgencia de la hoy conocida como Escuela Francesa —incluso se han denunciado vínculos con la OAS—. Así fundaron numerosas “pantallas” que abrían diversos frentes de combate. En el ámbito universitario, entonces muy convulsionado, el Yunque organizó el Frente Universitario Anticomunista de Puebla o el Movimiento Universitario de Renovadora Orientación de Méjico (mejor conocido como “el Muro”), que combatían en el terreno de las ideas y la propaganda la mayoría de las veces, a los puños, otras, contra los grupos marxistas enquistados en la universidad mejicana.

Si bien las orientaciones, entonces, eran distintas, fue el Concilio Vaticano II el que trajo la ruptura definitiva.

Es imposible entender la fuerza del tradicionalismo mejicano clásico, tan peculiar en su estilo —poco predispuesto a distinguir matices y siempre dado a las conspiraciones—, ya sea sedevacantista o filo-sedevacantista, sin considerar lo que fue Guadalajara, como centro intelectual de la resistencia al postconcilio, sufriendo incluso atentados terroristas y, posiblemente, provocando otros.

Por su parte, el Yunque de Ramón Plata, sin cesar en sus denuncias a las infiltraciones en la Iglesia, se declaró sumiso a la Santa Sede y combatió al de Guadalajara como “falsa derecha”. Por su parte, los tecos acusaron a Plata Moreno de “lacayo de Ousset” e “infiltrado de Plinio” y, posiblemente, fueron quienes denunciaron a los alumnos y profesores yunquistas que fueron expulsados de la Universidad Autónoma de México en 1968.

Es entonces que estos yunquistas exiliados de la Ciudad de Méjico fundan la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla. Del mismo modo que dos décadas antes se había hecho en Guadalajara, el Yunque “negocia” con el gobernador poblano que buscaba mejorar su base de popularidad frente al gobierno federal. Nuevamente no se crea una “universidad católica”, sino una controlada por el Yunque que hace de nexo con entre la Jerarquía y los profesores, a la vez que los controla.

En un suceso poco claro, miembros de la Asociación Católica de la Juventud Mexicana (ACJM) de Guadalajara que participaban de una peregrinación al monumento a Cristo Rey en el Cerro del Cubilete se enfrentan a los tiros con miembros del Muro, muriendo dos tapatíos. Por su parte, Ramón Plata Moreno sufre un atentado en su vehículo, al que, por poco, sobrevive. Éste aseguró, al menos en su visita a la Argentina, donde se reunió con miembros de la TFP y de la Ciudad Católica, que había sido atacado por tecos —finalmente, en 1979, lograrían asesinarlo—.

Casi no hay dudas de que el Yunque estuvo involucrado en el planeamiento y la ejecución del viaje relámpago y sorpresa del Papa Juan Pablo II a Méjico durante la celebración de la III Conferencia General del Episcopado Latinoamericano en Puebla. Se organizan grandes manifestaciones para ver al Papamóvil que, a propósito, recorre grandes extensiones. El hábil Papa polaco, rápidamente, toma las riendas de las reuniones de los obispos latinoamericanos y, fortalecido con el apoyo popular que dejaba boquiabiertos a los prelados, deja de lado los textos que impulsaba el poderoso sector tercermundista. Como reconocieron éstos, Puebla fue un “retroceso” respecto a Río de Janeiro y Medellín.

Para terminar con Méjico, vale decir que no hay dudas de las vinculaciones del Yunque con los Cruzados de Cristo Rey, con los Legionarios de Cristo y otras congregaciones e institutos. Tampoco hay dudas sobre la participación de yunquistas en la cúpula de los más grandes conglomerados empresariales mejicanos. Y la actividad del Yunque en el seno del Partido Acción Nacional (PAN), fue reconocida públicamente por Manuel Díaz Cid (profesor de la UPAEP, miembro fundador del Yunque de Puebla y asesor de Fox).

Pero como decimos antes, no todos los que les son útiles al Yunque son miembros de esta organización. Aunque Lenin haya acuñado el término, los “idiotas útiles” no son privativos del marxismo.

Ahora bien, ¿qué hay del Yunque en España y en la Argentina de que hablé al comienzo? De nuevo, como dije antes, el Yunque no es tanto una organización como una metodología.

En los comienzos del portal HazteOír.org, se habló de la “línea mexicana” de actuación: influir en la sociedad desde arriba, desde las élites políticas, económicas y sociales… y, también, eclesiásticas. El secretismo no se da tanto sobre la pertenencia al catolicismo —incluso, en ocasiones, se trata de gente de Misa tridentina—. Lo secreto son los fines de las “pantallas” que crean.

Cuando el Yunque comenzó a operar en España, en el período de la Transición, formaba jóvenes con lecturas como el “Para que Él reine” de Ousset, “Revolución y contra-revolución” de Plinio o “Doctrina de la acción contrarrevolucionaria” de Chateau-Jobert, salidas al campo, prácticas de tiro y artes marciales, también lecturas más seculares sobre liderazgo, personalidad, marketing personal, etc.

En general los jóvenes yunquistas eran reclutados de fuentes muy diversas: algunas de las Falanges, del Carlismo o de Fuerza Joven, pero también de grupos juveniles de parroquias conservadoras o movimientos católicos más o menos tradicionales (incluyendo el Opus Dei). Pero eran la élite y “los mejicanos” los entrenaban para un nuevo tipo de guerra.

La idea de haber sido elegidos, de contar con información confidencial y “entender” realmente lo que está en juego, de ser los “comandos católicos” o los “007” de la Iglesia, les daba cierta cohesión, espíritu de pertenencia y de propósito compartido, aún actuando “tras líneas enemigas” o “in partibus infidelium”.

En nuestro tiempo, esos otrora jóvenes han participado de la creación y organización de los Congresos de Católicos y Vida Pública, la cadena Cope, el portal HazteOír.org, la plataforma Profesionales por la Ética, etc. ¿Quiere decir que estos grupos son “la cara” del Yunque, o sus portavoces o sus “tapaderas” —como dice el Informe que Uds. publicaron—? No necesariamente. No trabaja así el Yunque.

Por eso, aunque Luis Fernando Pérez Bustamante hubiese hecho la pregunta de oro que no hizo a Ignacio Arsuaga en su tan extensa como inútil entrevista del 3 de febrero pasado, “¿Es Usted miembro del Yunque?”, la respuesta del presidente de HO podría haber sido tranquilamente: “No”. Puesto que el Yunque, como tal, no existe.

Existe una metodología de acción, una serie de entidades intermedias (fundaciones, ONGs, plataformas, portales de internet) que operan en red —lo que llaman “brazos de Dios”—, una tendencia a la concertación con grupos afines que realmente puedan incidir en la sociedad —aún cuando en un 99% de los temas se escapen de la doctrina católica—. Y existen sí yunquistas infiltrados y que operan en organizaciones de todo tipo y calidad, religiosas o seculares, políticas o económicas, mayoritarias o elitistas, pero que “misteriosamente” tienden a coincidir en la oportunidad de sus planteos, en la forma de presentarlos, etc.

¿Y en la Argentina? El Yunque existe y también desde la década del ’70, sino antes. Sabemos de pequeñas células en las Fuerzas Armadas, de yunquistas individuales en lo que fue la Ciudad Católica (IPSA) en su momento de mayor apogeo y extensión geográfica y de ciertos contactos en la cúpula de la Universidad Católica Argentina y, en algún momento, sus Cursos de Cultura Católica que se daban por todo el país (luego escindidos y puestos bajo la protección de una fundación sin fines de lucro).

Al día de hoy, sabemos de al menos cuatro grupos que hacen uso de la metodología yunquista en la Argentina (infiltración, concertación, uso de organizaciones pantalla, formación de élites, etc.), incluso con la cooperación de institutos religiosos conservadores, pero sin ser parte del Yunque —y, en algunos casos, en abierto enfrentamiento con “los mejicanos”—. Aunque en ocasiones colaboren con ellos… y es que los yunquistas consiguen auspiciantes, intercambios y apoyos internacionales, edición y publicación de libros, viajes y conferencias, etc. Vale decir que los que hacen uso de esta “metodología” en estos grupos de que hablamos, tienen también vínculos con La Reja (me refiero no sólo a “lefes” muy conocidos en el ambiente, sino también a profesores del Seminario).

De nuevo, no se trata de que estas personas escondan su catolicismo —si diéramos nombres, una mínima búsqueda en Internet nos daría suficiente información sobre su actividad—, sino lo que esconden es su metodología e intenciones en los lugares en los que operan; sean del Yunque o de cualquier otra de estas redes a que me refiero en el párrafo anterior.

Pero, cada tanto, el Yunque cruza límites que provocan su condena pública. En julio de 2009, el P. José Luis Torres-Pardo, “padre fundador” del Instituto de Cristo Rey (una escisión argentina de los Cooperadores Parroquiales), denunciaba públicamente en una carta la infiltración del Yunque (y sus filiales, “la Organización” y “la Empresa”) en su rama laical, la Legión de Cristo Rey, y prohibía a sus miembros pertenecer a dicha sociedad secreta.

Pero aún, al día de hoy, hay quien sigue dudando de que el Yunque exista. Pero, como las brujas, haberlo, haylo.

Felicidades por su blog.

Erwin

PD: Por razones obvias, si por alguna de esas cosas de la vida llegasen a publicar este mail, por favor no pongan mi nombre verdadero ni mi correo. Gracias.-

martes, 28 de febrero de 2012

¿Objeción de Conciencia?


Fragmento del programa televisivo Lágrimas en la Lluvia. [Visto en el blog El Matiner Carlí.]

¿Objeción de Conciencia?


Fragmento del programa televisivo Lágrimas en la Lluvia. [Visto en el blog El Matiner Carlí.]

Tercera Peregrinación anual a Luján (Argentina)

Un amigo de nuestra bitácora nos comunica esta noticia que difundimos con mucho gusto.

Los días 28, 29 y 30 de abril se llevará a cabo la 3ª Peregrinación anual a Luján, bajo el amparo de Nuestra Señora de la Cristiandad. Los Peregrinos partirán de Rawson (Prov. Bs. As.), recorriendo en 3 días un poco menos de 100 km

El objetivo de esta peregrinación es la santificación del alma a través de las gracias pedidas a Nuestro Señor, por intercesión de la Virgen María, ofreciéndole las penitencias, sacrificios y oraciones de los 3 días. El peregrinar es una práctica que todo cristiano debe procurar hacer para el aumento de la gracia en su alma.

Más información aquí

Tercera Peregrinación anual a Luján (Argentina)

Un amigo de nuestra bitácora nos comunica esta noticia que difundimos con mucho gusto.

Los días 28, 29 y 30 de abril se llevará a cabo la 3ª Peregrinación anual a Luján, bajo el amparo de Nuestra Señora de la Cristiandad. Los Peregrinos partirán de Rawson (Prov. Bs. As.), recorriendo en 3 días un poco menos de 100 km

El objetivo de esta peregrinación es la santificación del alma a través de las gracias pedidas a Nuestro Señor, por intercesión de la Virgen María, ofreciéndole las penitencias, sacrificios y oraciones de los 3 días. El peregrinar es una práctica que todo cristiano debe procurar hacer para el aumento de la gracia en su alma.

Más información aquí

lunes, 27 de febrero de 2012

Los que no pertenecen a la Iglesia

El obispo Antônio de Castro-Mayer ha sido una personalidad pública de la Iglesia en el siglo XX. Traducimos unos fragmentos de su Instrucción pastoral sobre la Iglesia (2-III-1965) referidos al bautismo in voto y al valor de las confesiones no católicas para la salvación de sus integrantes. 

“Normalmente, la persona debe pertenecer a la Iglesia, ingresando en ella mediante el bautismo, profesando en ella la fe católica, según la cual debe vivir, Este es el camino ordinario de salvación. Cuando decimos ordinario, queremos significar que fuera de él, aunque la persona puede salvarse, la salvación puede considerarse más rara. Pero incluso aquellos que no pertenecen a la Iglesia y por la Misericordia de Dios se salvan, sólo consiguen la entrada al Paraíso mediante una relación con la Iglesia de Cristo. Tal relación es habitual en los catecúmenos, que movidos por el Espíritu Santo, aspiran a ingresar en la Iglesia y se preparan para el bautismo. Y también hay una relación en aquellos que, siempre movidos por el Espíritu Santo, mantienen en su corazón un amor sobrenatural a Dios Nuestro Señor, deseosos de realizar todo cuanto Él manda. Tales personas, si conociesen a la Iglesia de Cristo, ciertamente entrarían en ella. Conservan, por tanto, un deseo implícito de adherir a la verdadera Iglesia
Por otro lado, la gracia de pertenecer a la Iglesia de Dios no justifica, en modo alguno, un desinterés por los que no pertenecen a ella, o, mucho menos, un desprecio por sus personas (…) Dios quiere la salvación de todos los hombres y a todos busca con los designios de su Misericordia. Así, la Tradición considera como preparación del Evangelio los restos de verdad y de bien que sobreviven en las religiones paganas. De estos se sirve el Espíritu Santo para despertar en esos pueblos deseos de posesión integral de la verdad y el bien que sólo la Revelación proporciona…
Lo mismo se da con las religiones llamadas cristianas, que se constituyeron en virtud del abandono de la Casa paterna. En ellas, también la Misericordia de Dios mantiene riquezas dispersas —como Sacramentos, sucesión apostólica, Sagradas Escritura— que pertenecen a la verdadera Iglesia, y que deben servir como punto de partida para el retorno al seno de la familia.”

* Tomado de: Castro-Mayer, A. Por un cristianismo auténtico. Ed. Vera Cruz, 1971. Ps. 235-237.

Los que no pertenecen a la Iglesia

El obispo Antônio de Castro-Mayer ha sido una personalidad pública de la Iglesia en el siglo XX. Traducimos unos fragmentos de su Instrucción pastoral sobre la Iglesia (2-III-1965) referidos al bautismo in voto y al valor de las confesiones no católicas para la salvación de sus integrantes. 

“Normalmente, la persona debe pertenecer a la Iglesia, ingresando en ella mediante el bautismo, profesando en ella la fe católica, según la cual debe vivir, Este es el camino ordinario de salvación. Cuando decimos ordinario, queremos significar que fuera de él, aunque la persona puede salvarse, la salvación puede considerarse más rara. Pero incluso aquellos que no pertenecen a la Iglesia y por la Misericordia de Dios se salvan, sólo consiguen la entrada al Paraíso mediante una relación con la Iglesia de Cristo. Tal relación es habitual en los catecúmenos, que movidos por el Espíritu Santo, aspiran a ingresar en la Iglesia y se preparan para el bautismo. Y también hay una relación en aquellos que, siempre movidos por el Espíritu Santo, mantienen en su corazón un amor sobrenatural a Dios Nuestro Señor, deseosos de realizar todo cuanto Él manda. Tales personas, si conociesen a la Iglesia de Cristo, ciertamente entrarían en ella. Conservan, por tanto, un deseo implícito de adherir a la verdadera Iglesia
Por otro lado, la gracia de pertenecer a la Iglesia de Dios no justifica, en modo alguno, un desinterés por los que no pertenecen a ella, o, mucho menos, un desprecio por sus personas (…) Dios quiere la salvación de todos los hombres y a todos busca con los designios de su Misericordia. Así, la Tradición considera como preparación del Evangelio los restos de verdad y de bien que sobreviven en las religiones paganas. De estos se sirve el Espíritu Santo para despertar en esos pueblos deseos de posesión integral de la verdad y el bien que sólo la Revelación proporciona…
Lo mismo se da con las religiones llamadas cristianas, que se constituyeron en virtud del abandono de la Casa paterna. En ellas, también la Misericordia de Dios mantiene riquezas dispersas —como Sacramentos, sucesión apostólica, Sagradas Escritura— que pertenecen a la verdadera Iglesia, y que deben servir como punto de partida para el retorno al seno de la familia.”

* Tomado de: Castro-Mayer, A. Por un cristianismo auténtico. Ed. Vera Cruz, 1971. Ps. 235-237.

sábado, 25 de febrero de 2012

El informe confidencial sobre El Yunque


La Organización Nacional del Yunque o simplemente El Yunque es el nombre de una sociedad secreta mexicana que se ha difundido en varias naciones y en los últimos años de modo singular en España. En marzo-abril de 2010 se publicó el informe titulado Análisis del asociacionismo de los laicos cristianos españoles y la intromisión del Yunque, que fue entregado a los obispos españoles. Más información sobre el polémico informe aquí y aquí.

Ofrecemos a nuestros lectores el informe que puede leerse aquí y bajarse aquí
  




El informe confidencial sobre El Yunque


La Organización Nacional del Yunque o simplemente El Yunque es el nombre de una sociedad secreta mexicana que se ha difundido en varias naciones y en los últimos años de modo singular en España. En marzo-abril de 2010 se publicó el informe titulado Análisis del asociacionismo de los laicos cristianos españoles y la intromisión del Yunque, que fue entregado a los obispos españoles. Más información sobre el polémico informe aquí y aquí.

Ofrecemos a nuestros lectores el informe que puede leerse aquí y bajarse aquí
  




viernes, 24 de febrero de 2012

Una encuesta

En una encuesta realizada en los EE. UU. se pide a diferentes grupos religiosos que digan cuál de cuatro opciones está más cerca de la propia opinión. Las alternativas que el encuestado puede elegir, son las siguientes:

(1) El mundo sería un lugar mejor si hubiera una religión mundial.

(2) El mundo sería un lugar mejor si hubiera una religión mundial pero sólo si esa religión fuese la religión cristiana.

(3) El mundo sería un lugar mejor a causa de la diversidad de religiones.

(4) El mundo sería un lugar mejor si no hubiera ninguna religión.


Resultado: el 65% de los católicos norteamericanos encuestados se inclinó por (3). Y sólo el 15% por (2).

Más información en el siguiente vídeo:



Una encuesta

En una encuesta realizada en los EE. UU. se pide a diferentes grupos religiosos que digan cuál de cuatro opciones está más cerca de la propia opinión. Las alternativas que el encuestado puede elegir, son las siguientes:

(1) El mundo sería un lugar mejor si hubiera una religión mundial.

(2) El mundo sería un lugar mejor si hubiera una religión mundial pero sólo si esa religión fuese la religión cristiana.

(3) El mundo sería un lugar mejor a causa de la diversidad de religiones.

(4) El mundo sería un lugar mejor si no hubiera ninguna religión.


Resultado: el 65% de los católicos norteamericanos encuestados se inclinó por (3). Y sólo el 15% por (2).

Más información en el siguiente vídeo:



miércoles, 22 de febrero de 2012

Girolamo Savonarola, por Gilbert Keith Chesterton

La figura de Jerónimo Savonarola es compleja, desde la historiografía, la teología y la ley canónica. Santos y doctores de la Iglesia lo tuvieron como santo o, al menos, como un gran profeta. Otros, lo despreciaron. 


Lo curioso es que este debate de tiempos preconciliares, prosigue en los actuales. En general, conservadores y oficialistas de distintos pelajes lo denigran y ponen como (anti) ejemplo de desobediencia e imprudencia. En el campo tradicionalista, la apreciación de este personaje histórico no deja de dividir aguas. Aún los miembros de la Redacción no nos ponemos del todo de acuerdo sobre su persona. 


No pretendemos entrar en un debate histórico sobre fra Girolamo, aunque estamos bien muñidos para ello; sino, en todo caso, discutir amablemente sobre los temas que el famoso dominico florentino renacentista puso sobre el tapete. Es este texto de Chesterton, el primero de una serie con ese fin.

Savonarola es un hombre al que seguramente no comprenderemos hasta que sepamos cuánto horror puede haber en el corazón de la civilización. Esto no lo sabremos hasta que estemos civilizados. En cierto sentido es de esperar que nunca comprendamos a Savonarola. Los grandes libertadores han salvado a los hombres de calamidades que todos reconocemos como males, calamidades que son viejos enemigos de la humanidad. Los grandes legisladores nos salvaron de la anarquía; los grandes físicos, de la peste; los grandes reformadores, del hambre.

Pero hay un mal inmenso e insaciable comparado con el cual estos son simples molestias, la más terrible maldición que puede abatirse sobre hombres y pueblos, un mal sin nombre al que llamamos satisfacción. Savonarola no nos salvó de la anarquía, sino del orden; no nos salvó de la peste, sino de la parálisis; no nos salvó del hambre, sino del lujo. Los hombres como Savonarola adivinaron la tremenda realidad psicológica que hay detrás de la mente de cada hombre, pero a la que nunca se ha dado un nombre: que la vida fácil es el peor enemigo de la felicidad, y la civilización, el fin potencial del hombre.

Pues creo que el vehemente desafío que Savonarola lanzó a la suntuosidad de su época iba mucho más allá de la simple cuestión del pecado. Los modernos admiradores racionalistas de Savonarola, de George Eliot para abajo, hacen no poco hincapié en la legítima justificación ética de su furia, en el carácter espantoso y extravagante de los crímenes que ensangrentaban los palacios del Renacimiento. Pero no necesitan insistir tanto en que Savonarola no era un asceta, en que no hizo más que identificar las negras manchas de maldad con la beata clarividencia de un miembro de la Sociedad Ética.(*) Sin duda odió la civilización de su tiempo y no simplemente sus pecados; y por eso fue mucho más profundo que ningún moralista moderno. Vio que los pecados mismos no eran los únicos males: que robar joyas, envenenar vinos y pintar cuadros obscenos eran simplemente los síntomas; que la enfermedad era la completa dependencia de las joyas, el vino y los cuadros. Es este un hecho que se olvida constantemente al juzgar a ascetas y puritanos del pasado. Denunciar los deportes inofensivos no siempre implica un odio ignorante por lo que solo un moralista estricto llamaría pernicioso. A veces implica un odio muy clarividente por lo que el mismo moralista estricto llamaría inofensivo. Los ascetas van a veces por delante de los demás, tanto como por detrás.

Ese fue al menos el odio de Savonarola. No luchó contra los pecados triviales, sino contra la beatitud descreída e ingrata, contra la costumbre de la felicidad, el pecado místico por el cual toda creación es derribada. Predicaba esa severidad que es el sello distintivo de la juventud y la esperanza. Predicaba ese espíritu atento, ágil y alerta que tan necesario es para conseguir placer como para conseguir santidad, que tan indispensable es en un amante como en un monje. Un crítico ha señalado justamente que Savonarola no pudo oponerse realmente al arte porque era amigo de Miguel Ángel, Botticelli y Luca della Robbia. Lo cierto es que esa purificación y austeridad es incluso más necesaria para apreciar la vida y la risa que para ninguna otra cosa. No dejar que ningún pájaro pase inadvertido, fijarse pacientemente en cada piedra y en cada hierba, almacenar en la mente un ocaso tras otro, requiere disciplina en el placer y educación en la gratitud. La civilización que rodeaba a Savonarola era una civilización que había tomado ya el mal camino; el camino que lleva a inventar sin fin y a no descubrir nada, en el que lo nuevo se vuelve viejo con velocidad pasmosa, pero en el que lo viejo nunca se vuelve nuevo. La monstruosidad de los crímenes del Renacimiento no era señal de imaginación, sino, como toda monstruosidad, de pérdida de imaginación.

Solo cuando dejamos de ver a un caballo como es, inventamos un centauro; solo cuando un buey deja de sorprendernos, adoramos al diablo. Lo diabólico es el estimulante de las imaginaciones estragadas, el etilismo del artista. Savonarola se consagró a la más ardua de las tareas, la de hacer que los hombres volvieran atrás y se maravillaran de las cosas sencillas que habían aprendido a ignorar. Es curioso que la menos popular de todas las doctrinas es la que enseña que la vida normal es divina.

La democracia, de la que Savonarola fue tan fogoso exponente, es el más arduo de los evangelios; nada nos asusta tanto como el que decreten que todos somos reyes. El cristianismo, que Savonarola identificaba con la democracia, es el más arduo de los evangelios; nada nos infunde tanto miedo como el que nos digan que somos hijos de Dios. Savonarola y su república cayeron. La droga del despotismo fue administrada al pueblo y el pueblo olvidó lo que había sido. Hoy día hay quienes tienen un respeto tan extraño por el arte y las letras y por los solos hombres de genio, que consideran que el reinado de los Medici constituyó un progreso con respecto al de la gran república florentina. De estas personas y de su civilización debemos tener miedo hoy día. En muchas partes vemos los mismos síntomas que provocaron la ira de Savonarola: un hedonismo más ahíto de felicidad que un inválido de dolor, un sentido artístico que recurre al crimen porque ha agotado la naturaleza. En muchas obras modernas hallamos velados y horribles indicios de un sentido de la belleza de la sangre, de la poesía del asesinato, que es propiamente renacentista. La imaginación agotada y depravada no ve que un hombre vivo es más dramático que un hombre muerto. Y emparejado con ello va, como en tiempos de los Medici, el dejarse caer en los brazos del despotismo, el desear al hombre fuerte que es desconocido entre los hombres fuertes. Se adora al héroe dominante como lo adoran los lectores de Bow Bells Novelettes, y por la misma razón: un profundo sentimiento de debilidad personal. (**). Esta tendencia a delegar nuestros deberes se apodera de nosotros, y ese es el espíritu de la esclavitud, lo mismo si para sus serviles tareas emplea a siervos como a emperadores. Contra todo esto alzó el clérigo republicano su incesante protesta, prefiriendo fracasar a que el rival triunfase. La alternativa sigue siendo él o Lorenzo, la responsabilidad de la libertad o el libertinaje de la esclavitud, los peligros de la verdad o la seguridad del silencio, el placer del esfuerzo o la fatiga del placer.

Los partidarios de Lorenzo el Magnífico están sin duda entre nosotros, hombres para quienes las naciones y los imperios existen solo para satisfacer el momento, hombres para los que la última y tórrida hora del verano es mejor que una larga primavera invernal. Tienen un arte, una literatura, una filosofía política que solamente valen por su efecto inmediato en los gustos, no por lo que prometen del destino del espíritu. Sus estatuillas y sonetos son obras perfectas y acabadas, comparadas con las cuales Macbeth es un fragmento y el Moisés de Miguel Ángel un esbozo. Para ellos sus campañas y batallas son siempre victoriosas, y César y Cromwell lloran por mil humillaciones. Y al final de todo ello está el infierno de no oponer resistencia, de la infinita molicie, en el que la naturaleza toda cae en la locura y el aposento de la civilización deja de ser un mullido apartamento para convertirse en una celda acolchada.

Savonarola previó esta última y la peor de las miserias humanas, y dedicó todas sus colosales energías a encarrilar a la humanidad. Pocos lo entendieron; para unos era un loco, para otros un charlatán, para otros un enemigo de la alegría. No lo habrían entendido aunque se lo hubiera explicado, aunque les hubiera dicho que lo que quería era salvarlos de la catástrofe de una satisfacción que había de acabar juntamente con las alegrías y las penas. Pero hoy día hay quienes perciben el mismo silencioso peligro y oponen la misma silenciosa resistencia. También se cree que luchan por algún trivial escrúpulo político.

El señor Hardy dice, en defensa de Savonarola, que el número de obras de arte que se destruyeron en la Hoguera de las Vanidades ha sido exagerado. Confieso que espero que la pira contuviera montones de incomparables obras maestras si el sacrificio hizo que aquel momento único fuera más real. De una cosa estoy seguro: de que Miguel Ángel, amigo de Savonarola, habría hecho con sus propias estatuas una pila y las habría reducido a cenizas de haber sabido que el resplandor que se proyectaba en el cielo era el alba de un mundo más joven y sabio.

[Tomado del blog de Juan Manuel Salmerón vía el blog Cruzamante.]

(*) La Ethical Society o Ethical Culture fue un movimiento ético, educativo y religioso fundado en 1879 por Felix Adler que afirmaba los principios éticos como base de una vida plena y cuyos miembros se comprometían a ayudarse a ser mejores y a hacer el bien.
(**) Bow Bells Novelettes fue una revista semanal especializada en literatura melodramática para las clases trabajadoras, que se consideró ejemplo de lectura corruptora. En Herejes (1905) dice Chesterton: «Nietzsche y Bow Bells Novelettes tienen evidentemente el mismo carácter fundamental; ambos adoran al hombre alto de bigotes rizados y fuerza hercúlea, y ambos lo adoran de manera un tanto femenina e histérica. Pero aun en esto la Novelette mantiene su superioridad filosófica, porque atribuye al hombre fuerte esas virtudes que suelen ser propias de él, como la pereza, la bondad y una casi temeraria benevolencia, así como una gran aversión a herir al débil».


Girolamo Savonarola, por Gilbert Keith Chesterton

La figura de Jerónimo Savonarola es compleja, desde la historiografía, la teología y la ley canónica. Santos y doctores de la Iglesia lo tuvieron como santo o, al menos, como un gran profeta. Otros, lo despreciaron. 


Lo curioso es que este debate de tiempos preconciliares, prosigue en los actuales. En general, conservadores y oficialistas de distintos pelajes lo denigran y ponen como (anti) ejemplo de desobediencia e imprudencia. En el campo tradicionalista, la apreciación de este personaje histórico no deja de dividir aguas. Aún los miembros de la Redacción no nos ponemos del todo de acuerdo sobre su persona. 


No pretendemos entrar en un debate histórico sobre fra Girolamo, aunque estamos bien muñidos para ello; sino, en todo caso, discutir amablemente sobre los temas que el famoso dominico florentino renacentista puso sobre el tapete. Es este texto de Chesterton, el primero de una serie con ese fin.

Savonarola es un hombre al que seguramente no comprenderemos hasta que sepamos cuánto horror puede haber en el corazón de la civilización. Esto no lo sabremos hasta que estemos civilizados. En cierto sentido es de esperar que nunca comprendamos a Savonarola. Los grandes libertadores han salvado a los hombres de calamidades que todos reconocemos como males, calamidades que son viejos enemigos de la humanidad. Los grandes legisladores nos salvaron de la anarquía; los grandes físicos, de la peste; los grandes reformadores, del hambre.

Pero hay un mal inmenso e insaciable comparado con el cual estos son simples molestias, la más terrible maldición que puede abatirse sobre hombres y pueblos, un mal sin nombre al que llamamos satisfacción. Savonarola no nos salvó de la anarquía, sino del orden; no nos salvó de la peste, sino de la parálisis; no nos salvó del hambre, sino del lujo. Los hombres como Savonarola adivinaron la tremenda realidad psicológica que hay detrás de la mente de cada hombre, pero a la que nunca se ha dado un nombre: que la vida fácil es el peor enemigo de la felicidad, y la civilización, el fin potencial del hombre.

Pues creo que el vehemente desafío que Savonarola lanzó a la suntuosidad de su época iba mucho más allá de la simple cuestión del pecado. Los modernos admiradores racionalistas de Savonarola, de George Eliot para abajo, hacen no poco hincapié en la legítima justificación ética de su furia, en el carácter espantoso y extravagante de los crímenes que ensangrentaban los palacios del Renacimiento. Pero no necesitan insistir tanto en que Savonarola no era un asceta, en que no hizo más que identificar las negras manchas de maldad con la beata clarividencia de un miembro de la Sociedad Ética.(*) Sin duda odió la civilización de su tiempo y no simplemente sus pecados; y por eso fue mucho más profundo que ningún moralista moderno. Vio que los pecados mismos no eran los únicos males: que robar joyas, envenenar vinos y pintar cuadros obscenos eran simplemente los síntomas; que la enfermedad era la completa dependencia de las joyas, el vino y los cuadros. Es este un hecho que se olvida constantemente al juzgar a ascetas y puritanos del pasado. Denunciar los deportes inofensivos no siempre implica un odio ignorante por lo que solo un moralista estricto llamaría pernicioso. A veces implica un odio muy clarividente por lo que el mismo moralista estricto llamaría inofensivo. Los ascetas van a veces por delante de los demás, tanto como por detrás.

Ese fue al menos el odio de Savonarola. No luchó contra los pecados triviales, sino contra la beatitud descreída e ingrata, contra la costumbre de la felicidad, el pecado místico por el cual toda creación es derribada. Predicaba esa severidad que es el sello distintivo de la juventud y la esperanza. Predicaba ese espíritu atento, ágil y alerta que tan necesario es para conseguir placer como para conseguir santidad, que tan indispensable es en un amante como en un monje. Un crítico ha señalado justamente que Savonarola no pudo oponerse realmente al arte porque era amigo de Miguel Ángel, Botticelli y Luca della Robbia. Lo cierto es que esa purificación y austeridad es incluso más necesaria para apreciar la vida y la risa que para ninguna otra cosa. No dejar que ningún pájaro pase inadvertido, fijarse pacientemente en cada piedra y en cada hierba, almacenar en la mente un ocaso tras otro, requiere disciplina en el placer y educación en la gratitud. La civilización que rodeaba a Savonarola era una civilización que había tomado ya el mal camino; el camino que lleva a inventar sin fin y a no descubrir nada, en el que lo nuevo se vuelve viejo con velocidad pasmosa, pero en el que lo viejo nunca se vuelve nuevo. La monstruosidad de los crímenes del Renacimiento no era señal de imaginación, sino, como toda monstruosidad, de pérdida de imaginación.

Solo cuando dejamos de ver a un caballo como es, inventamos un centauro; solo cuando un buey deja de sorprendernos, adoramos al diablo. Lo diabólico es el estimulante de las imaginaciones estragadas, el etilismo del artista. Savonarola se consagró a la más ardua de las tareas, la de hacer que los hombres volvieran atrás y se maravillaran de las cosas sencillas que habían aprendido a ignorar. Es curioso que la menos popular de todas las doctrinas es la que enseña que la vida normal es divina.

La democracia, de la que Savonarola fue tan fogoso exponente, es el más arduo de los evangelios; nada nos asusta tanto como el que decreten que todos somos reyes. El cristianismo, que Savonarola identificaba con la democracia, es el más arduo de los evangelios; nada nos infunde tanto miedo como el que nos digan que somos hijos de Dios. Savonarola y su república cayeron. La droga del despotismo fue administrada al pueblo y el pueblo olvidó lo que había sido. Hoy día hay quienes tienen un respeto tan extraño por el arte y las letras y por los solos hombres de genio, que consideran que el reinado de los Medici constituyó un progreso con respecto al de la gran república florentina. De estas personas y de su civilización debemos tener miedo hoy día. En muchas partes vemos los mismos síntomas que provocaron la ira de Savonarola: un hedonismo más ahíto de felicidad que un inválido de dolor, un sentido artístico que recurre al crimen porque ha agotado la naturaleza. En muchas obras modernas hallamos velados y horribles indicios de un sentido de la belleza de la sangre, de la poesía del asesinato, que es propiamente renacentista. La imaginación agotada y depravada no ve que un hombre vivo es más dramático que un hombre muerto. Y emparejado con ello va, como en tiempos de los Medici, el dejarse caer en los brazos del despotismo, el desear al hombre fuerte que es desconocido entre los hombres fuertes. Se adora al héroe dominante como lo adoran los lectores de Bow Bells Novelettes, y por la misma razón: un profundo sentimiento de debilidad personal. (**). Esta tendencia a delegar nuestros deberes se apodera de nosotros, y ese es el espíritu de la esclavitud, lo mismo si para sus serviles tareas emplea a siervos como a emperadores. Contra todo esto alzó el clérigo republicano su incesante protesta, prefiriendo fracasar a que el rival triunfase. La alternativa sigue siendo él o Lorenzo, la responsabilidad de la libertad o el libertinaje de la esclavitud, los peligros de la verdad o la seguridad del silencio, el placer del esfuerzo o la fatiga del placer.

Los partidarios de Lorenzo el Magnífico están sin duda entre nosotros, hombres para quienes las naciones y los imperios existen solo para satisfacer el momento, hombres para los que la última y tórrida hora del verano es mejor que una larga primavera invernal. Tienen un arte, una literatura, una filosofía política que solamente valen por su efecto inmediato en los gustos, no por lo que prometen del destino del espíritu. Sus estatuillas y sonetos son obras perfectas y acabadas, comparadas con las cuales Macbeth es un fragmento y el Moisés de Miguel Ángel un esbozo. Para ellos sus campañas y batallas son siempre victoriosas, y César y Cromwell lloran por mil humillaciones. Y al final de todo ello está el infierno de no oponer resistencia, de la infinita molicie, en el que la naturaleza toda cae en la locura y el aposento de la civilización deja de ser un mullido apartamento para convertirse en una celda acolchada.

Savonarola previó esta última y la peor de las miserias humanas, y dedicó todas sus colosales energías a encarrilar a la humanidad. Pocos lo entendieron; para unos era un loco, para otros un charlatán, para otros un enemigo de la alegría. No lo habrían entendido aunque se lo hubiera explicado, aunque les hubiera dicho que lo que quería era salvarlos de la catástrofe de una satisfacción que había de acabar juntamente con las alegrías y las penas. Pero hoy día hay quienes perciben el mismo silencioso peligro y oponen la misma silenciosa resistencia. También se cree que luchan por algún trivial escrúpulo político.

El señor Hardy dice, en defensa de Savonarola, que el número de obras de arte que se destruyeron en la Hoguera de las Vanidades ha sido exagerado. Confieso que espero que la pira contuviera montones de incomparables obras maestras si el sacrificio hizo que aquel momento único fuera más real. De una cosa estoy seguro: de que Miguel Ángel, amigo de Savonarola, habría hecho con sus propias estatuas una pila y las habría reducido a cenizas de haber sabido que el resplandor que se proyectaba en el cielo era el alba de un mundo más joven y sabio.

[Tomado del blog de Juan Manuel Salmerón vía el blog Cruzamante.]

(*) La Ethical Society o Ethical Culture fue un movimiento ético, educativo y religioso fundado en 1879 por Felix Adler que afirmaba los principios éticos como base de una vida plena y cuyos miembros se comprometían a ayudarse a ser mejores y a hacer el bien.
(**) Bow Bells Novelettes fue una revista semanal especializada en literatura melodramática para las clases trabajadoras, que se consideró ejemplo de lectura corruptora. En Herejes (1905) dice Chesterton: «Nietzsche y Bow Bells Novelettes tienen evidentemente el mismo carácter fundamental; ambos adoran al hombre alto de bigotes rizados y fuerza hercúlea, y ambos lo adoran de manera un tanto femenina e histérica. Pero aun en esto la Novelette mantiene su superioridad filosófica, porque atribuye al hombre fuerte esas virtudes que suelen ser propias de él, como la pereza, la bondad y una casi temeraria benevolencia, así como una gran aversión a herir al débil».


martes, 21 de febrero de 2012

Cuando el IVE cargó contra la FSSPX (y 4)



Última parte de la entrevista a Psiqueyeros.


— Redacción: Para terminar, preguntarte por la cuestión del lenguaje. Por una parte, hay un problema con el abuso del lenguaje: la manipulación de los circiterismos, que denunciaba Amerio (referirse a un término indistinto y confuso como si fuese algo sólido e incuestionable, y extraer o excluir de él el elemento que interesa extraer o excluir) tal vez sea lo más grave. Otros fenómenos, no dejan de tener consecuencias en la pacífica posesión de fe para el común de los cristianos. La idea de expresar la doctrina con un lenguaje adaptado a las actuales circunstancias es una cosa que la Iglesia ha hecho siempre a través de la "pastoral" (catecismos, sermones, etc.). Pero en esto habría que evaluar los resultados del Vaticano II... ¿No es un fracaso pastoral —por ejemplo— que los catecúmenos sepan que la Misa se puede denominar sinaxis y apenas estén instruidos sobre su carácter sacrificial?
Por otra parte, en el tradicionalismo a veces hay deficiencias intelectuales recibidas de cierta “escolástica” más cartesiana que tomista. Se me ocurren algunos: la tendencia al univocismo, que lleva a comparar proposiciones y ver contradicciones que son meramente nominales pero no lógicas. El pauperismo semántico, que se cierra a registrar la riqueza muchas nociones y las pone bajo sospecha de heterodoxia. Y, finalmente, insuficiente uso de la analogía, por lo que algunos se muestran incapaces de modificar esquemas recibidos, en los que los analogados no pueden ampliarse por más que se enriquezca el conocimiento de la realidad designada. Si es de sabios ordenar, quienes buscan una visión sapiencial de las cosas deberían estar dispuestos a reordenar los analogados cada vez que el conocimiento de una realidad se perfecciona a punto de exigirlo.

Una de las frases más geniales que escuché sobre el lenguaje la dijo un chino del siglo V antes de Cristo y ni siquiera hablaba explícitamente del lenguaje, sino más bien del signo: “cuando señales el cielo muchos mirarán la punta de tu dedo”. Sin darse cuenta, Confusio, pronunció el ‘nocciolo’ del estatus metafísico del lenguaje, mucho antes de la distinción escolástica ‘quo-quod’ o del ‘significante-significado’ saussuriano y sobrepasando estas distinciones ya que pone al hombre y las posibles actitudes en relación de la palabra dicha.
En la comunicación que se da por medio del lenguaje hay cuatro elementos: el cielo, el dedo, quien señala y quien mira al que señala.
Salvo en el cielo, que es la realidad misma, en todos los otros componentes se puede dar un defecto.
El defecto en quien señala es pura y simplemente el error y es cuando se apunta a la ‘montaña’ y se dice ‘cielo’, en otro orden ‘inadequatio rei et intellectus’ (si me permiten el neologismo latino).
El defecto del dedo, que puede estar un poco torcido y no sirve para señalar el cielo. Y ahí tenemos los lenguajes defectuosos. En este lugar están los circiterismos y todas las ambigüedades propias principalmente, aunque no solo, del progresismo. Sobre esto no me extiendo porque ya se ha escrito mucho al respecto.
Finalmente el defecto en quien ‘mira al que señala’, el defecto ‘hermenéutico’, y aquí está la genialidad de Confusio, normalmente nos quedamos en el interjuego de los tres primeros elementos y nos olvidamos que en toda comunicación humana consciente hay hermenéutica, que será sana en la medida que el observador es sano.
El ‘señalamiento’, es decir, la palabra pronunciada que ha asumido el riesgo de abandonar el fuero interno de quien señala, es algo tiernamente frágil y delicado, muy fácilmente ‘violable’ y ‘traicionable’ una vez separada de su progenitor. Platón le echa la culpa a la palabra misma dice algo así como que en el mismo instante que pronuncio algo me traiciona, cuando en realidad el que clava el puñal por la espalda es el hermeneuta que no se esfuerza por conocer la precisa intención del padre de la criatura. Es por eso que las palabras “si son maltratadas o vituperadas injustamente, necesitan siempre la ayuda del padre, ya que ellas solas no son capaces de defenderse ni de ayudarse a sí mismas” (Fedro).
Todos los problemas que vos mencionás univocismo, pauperismo semántico, insuficiente uso de la analogía, y varios más que podría agregar, tienen un solo origen en los círculos conservadores (aunque no sea propiedad exclusiva de ellos) y están del lado de la actitud de quien ‘mira al que señala’, es decir del hermeneuta. Todo comienza con un Yo agigantado, comienzo totalmente inespecífico y común a todo problema humano, que por volverse enorme choca con la realidad que lo circunda y ahí pare su primera interpretación: ‘la realidad me agrede’. Esto, como base, genera una permanente actitud defensiva ante todo, cuyo motor es el miedo parásito de una hinchazón narcisista y ya está… el lente hermenéutico se construye como actitud fundante de una vez y para siempre. Lo distinto me amenaza, amenaza mi seguridad que se refugia en lenguajes conocidos y que me son familiares. Y como hay amenazas en todas partes tengo que construir ‘diques’ contra la amenaza. Solo puedo confiar en alguien de ‘buena doctrina’ y a ese, nada más que a ese, le creo. Ese capitoste intelectual de turno me exime de investigar por mí mismo, de hacer el esfuerzo… si ya lo dijo él que es super inteligente. Y ahí tenés la segunda instancia parásita y defensiva de un yo hipertrofiado constituir una relación paternalista. En cualquiera de los dos extremos que se instale ese Yo, en el rol de ‘Padre omnipotente’ o de ‘hijo sobreprotejido’, ya está… estoy eximido del riesgo de explorar la realidad por mí mismo. Ahí nace la censura… ¿Qué otra cosa sino el miedo de no poder manejar algo, o de sus consecuencias políticas, hace que entre gente adulta y de relativamente ‘buena voluntad’ no se pueda discutir en Infocatólica todo lo que haya que discutir? Por dar un ejemplo nimio y cercano…
Estos ejemplos de intolerancia abundan en todo ámbito, no son propiedad de nadie. A mí de vez en cuando, si el tema me toca de cerca, me gusta meter la cuchara en Wanderer y muchos de allí dirían que detestan mi lenguaje y simplemente miran mi dedo cuando señalo algo, no pueden ver más allá, están cargados de miedos. Fijate el modo, no exento de ingenio, en que me describieron: “Posteá en tu blog. Tu lenguaje posmo es insufrible y la pose de psicólogo moishe, con anteojitos y polera se impone siempre que leo lo que ponés”. Lo gracioso es que la discusión giraba en torno al ‘no ser grasa’ y querés algo más grasa que defenderse del otro calzándole un estereotipo, querés algo más grasa que la defensa de lo que se me parece, de lo idéntico, de lo tribal, del clan, masificado en los criterios del propio entorno y para colmo cobardemente protegido por el anonimato. ¿En qué se diferencia un tipo así de alguien que va a un recital de ‘Damas Gratis’? Probablemente en que el fanático de la cumbia villera no tuvo otras opciones…
El lenguaje es la materia prima con la que construimos nuestra cosmovisión, es nuestro verbo, es nuestro lugar interior donde habita el ser, es la ‘casa del ser’, nada más ni nada menos que del ser, por lo que tiene que ser tan rico, complejo, preciso y homogéneamente plástico que toma por medida únicamente a quien tiene la pretensión de hospedar. No puede estar construido con circiterismos y ambigüedades, porque es lo mismo que no tener paredes, es ofrecerle un ‘camping al aire libre’ al más honorable de nuestros invitados. Pero tampoco, a causa de nuestros miedos, podemos construirle un country, un barrio privado, fosilizado e incomunicado con una realidad que, por su desarrollo, se le ha vuelto inalcanzable e inasimilable. No nos queda más que subirnos a los hombros, como Sísifo, la deliciosa e infausta tarea de satisfacer hasta los más mínimos y excéntricos caprichos de nuestro ilustre huésped y estar siempre tensos por construir nuevas habitaciones, en coherencia con el plano total de la casa y de sus fundamentos, para que puedan caber TODAS sus manifestaciones. Lo único importante es todo.