jueves, 31 de marzo de 2011

¡Gracias!


Sobre las nueve de la noche (hora española) de hoy, 31 de marzo de 2011, ha llegado a este rincón la visita nº 10.000. ¡Todo un éxito para tan sólo 19 días de vida!

El visitante promedio pasa no menos de 6 minutos y medio leyéndonos. ¡Otro récord para un medio como Internet caracterizado por la fugacidad!

Sería falsa modestia decir que no tiene importancia. Porque no es así. No creemos que haya ninguna página en la Península Ibérica y en América sobre cuestiones que hacen al tradicionalismo (o filo-lefebvrianismo, utilizando la jerga iraburiana de rigor) que se acerque ni de lejos a esto. Y de momento sigue creciendo.

Un tema que parecía ínfimo, como sería el tradicionalismo según dice el “neocon” promedio, interesa muchísimo. Y es evidente que a personas, salvo alguna excepción, de notable nivel. Porque esto se lee en palacios episcopales, en universidades pontificias, en seminarios, en conventos… tanto en España como en Hispanoamérica, ¡y hasta en la Santa Sede! Evidentemente no en todos los lugares con gusto. Hay pruebas fehacientes de ello. Como las hay también de declarada simpatía.

Había una voz en la Iglesia que no se oía. Por las razones que fueren. Entre otras, porque no se la dejaba hablar. Hoy se la escucha. Y muchísimo. Seguramente ésa es una de las razones del odio que algunos manifiestan. Pues esto ya es imparable. Aunque nos callásemos, otros muchos seguirán el camino. Por amor a nuestra Santa Madre Iglesia. Que con esto no caen recompensas materiales. Y tal vez sea ésa una de las razones del éxito. Aquí no se busca el medro o la canonjía. Aunque este blog nos haya gratificado con muchos y ya queridísimos amigos.

Si hemos llegado a esto sin duda es por vosotros, lectores asiduos de esta hojita. Algunos desde las partes más insospechadas del mundo. En los cinco continentes. Y también por los comentarios de excelente nivel que aquí se ventilan, un día sí, otro también.

A todos los desconocidos amigos toda nuestra gratitud. Desde ya nos sentimos en deuda con quienes nos apoyaron desde un comienzo, en particular The Wanderer, pero también Panorama Católico Internacional, Santa Iglesia Militante, Núcleo de la Lealtad, Voluntad, entre otros. También a la propia infoCatólica que desde “La Caverna” quiso burlarse de nosotros —tal vez así reconociendo su propia limitación para debatir en este tema—.

Y a los que les revienta esta voz pues a aguantarse. Les esperan todavía muchos berrinches.


¡Gracias!


Sobre las nueve de la noche (hora española) de hoy, 31 de marzo de 2011, ha llegado a este rincón la visita nº 10.000. ¡Todo un éxito para tan sólo 19 días de vida!

El visitante promedio pasa no menos de 6 minutos y medio leyéndonos. ¡Otro récord para un medio como Internet caracterizado por la fugacidad!

Sería falsa modestia decir que no tiene importancia. Porque no es así. No creemos que haya ninguna página en la Península Ibérica y en América sobre cuestiones que hacen al tradicionalismo (o filo-lefebvrianismo, utilizando la jerga iraburiana de rigor) que se acerque ni de lejos a esto. Y de momento sigue creciendo.

Un tema que parecía ínfimo, como sería el tradicionalismo según dice el “neocon” promedio, interesa muchísimo. Y es evidente que a personas, salvo alguna excepción, de notable nivel. Porque esto se lee en palacios episcopales, en universidades pontificias, en seminarios, en conventos… tanto en España como en Hispanoamérica, ¡y hasta en la Santa Sede! Evidentemente no en todos los lugares con gusto. Hay pruebas fehacientes de ello. Como las hay también de declarada simpatía.

Había una voz en la Iglesia que no se oía. Por las razones que fueren. Entre otras, porque no se la dejaba hablar. Hoy se la escucha. Y muchísimo. Seguramente ésa es una de las razones del odio que algunos manifiestan. Pues esto ya es imparable. Aunque nos callásemos, otros muchos seguirán el camino. Por amor a nuestra Santa Madre Iglesia. Que con esto no caen recompensas materiales. Y tal vez sea ésa una de las razones del éxito. Aquí no se busca el medro o la canonjía. Aunque este blog nos haya gratificado con muchos y ya queridísimos amigos.

Si hemos llegado a esto sin duda es por vosotros, lectores asiduos de esta hojita. Algunos desde las partes más insospechadas del mundo. En los cinco continentes. Y también por los comentarios de excelente nivel que aquí se ventilan, un día sí, otro también.

A todos los desconocidos amigos toda nuestra gratitud. Desde ya nos sentimos en deuda con quienes nos apoyaron desde un comienzo, en particular The Wanderer, pero también Panorama Católico Internacional, Santa Iglesia Militante, Núcleo de la Lealtad, Voluntad, entre otros. También a la propia infoCatólica que desde “La Caverna” quiso burlarse de nosotros —tal vez así reconociendo su propia limitación para debatir en este tema—.

Y a los que les revienta esta voz pues a aguantarse. Les esperan todavía muchos berrinches.


Querido Miki




Dilecto Miki:

Consta que eres buen chico, por lo que voy a alterar mi costumbre de no tener en cuenta quién lo dice, sino lo que se dice. Y estimo tu buena voluntad en el último post que has colgado (con perdón) en el blog de nuestros vecinos. Buena voluntad de pacificación, de eludir enfrentamientos, de buscar la equidistancia. Sin embargo me has dejado estupefacto, sobrecogido y asombrado. En cierto momento incluso me ha parecido ver sobrevolar sobre tu escrito el espíritu erasmiano que te impelía a reproducir un novísimo moiras enkomion, o quizás un redivivo don Matías Martí dirigiéndose al siempre académico conato don Ibrahim de Ostolaza en alguna nueva ocurrencia léxica. No pensaré que es una petición de indulto al director de Infocatólica. En cualquier caso, estamos en una democracia, unusquisque ad sua.

Tras la polémica -¿es malo debatir?- en la que no has participado buscas la pacificación de los espíritus en la nota publicada por la página web “una voce malaga”. Si tanto te gusta Málaga y Una Voce Málaga, lo más prudente hubiera sido no traerla a colación y ponerla por delante en lugar de exponer tu propia versión del asunto. Todo este barullo está orientado a la descalificación de los fieles tradicionales que no están adscritos a la Hermandad de San Pío X, carecen de situación canónica irregular alguna, y no se caracterizan por ser unos “dinamiteros anti-romanos” quedando excluidos por ello de las argumentaciones habituales empleadas con la FSSPX. De ahí que todo el ámbito “neo-con” precise de una nueva y sutil argumentación que nos asimile a éstos últimos. Eso es claro. Pero ¿tú has comprendido lo que quería decir la nota de Una Voce Málaga? A mi juicio es bastante clara, pero dice cosas muy interesantes. En primer lugar, constatan lo que nosotros también hemos dicho por activa, por pasiva y por perifrástica : “francamente no nos interesa el tema porque nada tiene que ver con nosotros”. Efectivamente, y con nosotros tampoco. Lo que estamos haciendo es defendernos –y a quienes son englobados en tal categoría- de una acusación grave, extraída de unos criterios que nos parecen –como hemos expuesto-arbitrarios, malintencionados, y en parte fruto de la desinformación. Si hay a quien le sobra tiempo para -mientras el Papa levanta las excomuniones a los obispos lefebvristas- ponerse a justificar estas excomuniones, allá cada cual. La alusión es directamente referible a aquellos bloggers de Infocatólica que so pretexto de las excomuniones de 1988, alinearse con todos aquellos que exigen profesiones de fe a quienes no canten las alabanzas de la situación creada tras el concilio Vaticano II, por mucho que se estrujen los sesos en argumentarlo racionalmente. Un ámbito en el que caben cardenales, arzobispos, obispos –y algún Papa- que jamás han tenido relación alguna con el movimiento creado por monseñor Lefebvre, del cual, es menester decirlo, no han leído absolutamente nada. . Como muestra el deplorable titular de una página en principio seria como Religión en Libertad: “Tradicionalistas publican una declaración de reservas sobre la beatificación de Juan Pablo II". Entra uno en la noticia con alarma, creyendo que hay un tumulto en la sede de la Pontificia Comisión Ecclesia Dei o que se ha levantado de la tumba el cardenal Siri, y resulta que es una estupidez de noticia. Tratar de vincularnos con opiniones de algún blog en internet es más que mezquino, pero así se funciona. Lo que están criticando los malagueños justamente es la forma retorcida de traer a colación estas noticias. La alusión al cardenal Siri no es irrelevante, teniendo en cuenta de que fue uno de los eclesiásticos que públicamente se refirió al encuentro de Asís de 1986 como “un escándalo para los fieles” y cuya posición sobre la comunión en la mano fue desarrollada de tal modo, que sólo hasta la muerte del cardenal de Génova, la admitió la Conferencia Episcopal Italiana. Hasta aquí lo dicho por Una Voce Málaga. A partir de este momento tus comentarios son más que sorprendentes, nos dices:

Más que la polémica (totalmente artificial, comparto lo dicho), comparto la preocupación por una “veda anti-tradicional". En Infocatólica estoy tranquilo. Si hay que dar capones a los progresaurios, no me hacen falta voluntarios (ya con ver a Luis Fernando salen corriendo), y si alguno, enarbolando la bandera de la “tradición” (la que ellos digan que es, porque ellos saben más), intentan dictar el magisterio de la Iglesia, pues también les repartirán lo suyo.

Dices que compartes lo dicho. Y te refieres a una polémica totalmente artificial. ¿?¿. ¿Y eso donde lo ha dicho tal nota? Precisamente está diciendo lo contrario, que hay a quien le sobra el tiempo para dedicarse a justificar las excomuniones de Lefebvre y los suyos, y que algunos portales lo están utilizando para abrir la veda del ámbito tradicional que no comparte la situación actual de la FSSPX. Una veda que se ha abierto precisamente en Infocatólica, a la que indirectamente se refiere la nota, y en la que dices estar seguro. Esta palabra, “seguro”, a qué se refiere? A que estás seguro de que no te van a echar? A que estás seguro porque piensas que escribiendo estas cosas no participas de todo ese ámbito bautizado (con perdón) como filo-lefebvriano? Tengo mis dudas de que progresaurios salgan corriendo con ver al director de Infocatólica, ya que las críticas que se hacen diariamente son sólo peticiones de excomunión o de suspensión a algunos abates sostenidos por obispos y por facultades de teología, o por órdenes religiosas, sobre las que no hay ninguna apreciación crítica. Y justamente, cuanto más sanciones pidan, menos las va a haber, y el que tal lo piense, es que no sabe cómo funciona la Iglesia por dentro. Incluso las sanciones no son para “ejemplo público”, por más que al director de Infocatólica le deleitase que las hubiera, incitando así a pensar en la gran repercusión de sus sesudas críticas. Por otra parte, en el estado actual de la Iglesia, hacen falta tantos neo-cones denunciadores como progresaurios, eso mantiene una cierta dialéctica que desocupa del fondo del problema. Y sin tales progresaurios seguramente Infocatólica no existiría o carecería de mayor interés. Nosotros en cambio, tendríamos que estar en el mismo sitio en el que estamos.

Y es que el riesgo siempre es el mismo: tomar a una parte ruidosa, molesta y siempre desagradable por el todo. A los que buscan que una forma del Rito sea reconocida de acuerdo al Motu Proprio que la rige, sin que nos llamen lefebvristas, porque la entendemos en igualdad con la forma ordinaria del mismo.

¿Parte ruidosa y desagradable por el todo? ¿A quién te refieres?¿A los lefebvristas?¿A nosotros? Si tan claro lo tienes, deberías poner algún ejemplo real de filo-lefebvrista. O más al grano: La gente con la que sueles asistir a la Misa tradicional ¿Son filo-lefebvristas? ¿Hay algún filo-lefebvrista? ¿Son anti-filo-lefebvristas? Está bien por otra parte eludir complicaciones. Y haces bien. Al menos en el día a día de la Iglesia, lo mejor es recurrir al derecho y dejarse de Teologías, pero ya que estamos, el Motu Proprio no ha caído del cielo, y cualquier fiel que asista a la Misa tradicional es calificado –o al menos sospechoso- de excomulgado, cismático, anti-romano y todas esas lindezas. Una vez que les explicas tu posición suelen decir: si ya, escurrir el bulto, para que no se os vea el plumero. “Le plumoire”, que queda más fisno.

Qué tranquilidad que uno confía plenamente en la Sede de Pedro para llevar la nave de la Iglesia, y no en improvisados timoneles exaltados que mancillan en algunos casos los símbolos de una nación, con tal de decir “la tradition c’est moi!”, cual mal émulo de Luis XIV.

Si de eso se trata, de que el Papa lleve la nave de la Iglesia, y no las ocurrencias del párroco de turno, la vicaría diocesana de juventud y catequesis, o que nos dicte lo que hayamos de pensar el rector de la Pontificia Universidad Rahneriana de turno. ¿Quedó muy filo-lefebvrista? Quizás. Ya decía Chesterton, cuando entramos en la iglesia, nos quitamos el sombrero pero no la cabeza. Con la conciencia de que a la iglesia no vamos a “examinar” sino a encontrarnos con Dios. Pero a veces es muy difícil, viendo lo que se ve. Es que no todos vivimos en Madrid ni tenemos una Misa tradicional al lado de casa que la celebren sacerdotes no sospechosos de filo-nosequévaina. Es algo que la Sede de Pedro ha querido asegurar para todo fiel, pero por lo que se ve, no somos todos iguales. ¿O será que los obispos si que lo son? Vete tú a saber. Y Luis XIV podía decir lo que quisiera, pero el Estado no lo era él, sino más bien Colbert y Richelieu. Nihil novum sub sole, Qohelet dixit.

Permíteme una broma. Yo creo que tú no eres neo-con, sino que estás en la órbita del “tradicional-pardillismo”; puedes hacer un trabajo de campo. Un día no vayas a Misa al tercer monasterio de la Visitación, y acude a la parroquia más cercana. Si puede ser a la Misa del catecismo. Repítelo unas cuantas veces, y acércate al párroco para –no pedirle, por Dios- hablarle de la Misa tradicional. A cualquiera. Después ya hablamos.

P.D. Cuidado con lo que escribes. Que el director de Infocatólica te haya tenido que corregir afirmaciones de tu post no es buena señal.



Affmo.

Querido Miki




Dilecto Miki:

Consta que eres buen chico, por lo que voy a alterar mi costumbre de no tener en cuenta quién lo dice, sino lo que se dice. Y estimo tu buena voluntad en el último post que has colgado (con perdón) en el blog de nuestros vecinos. Buena voluntad de pacificación, de eludir enfrentamientos, de buscar la equidistancia. Sin embargo me has dejado estupefacto, sobrecogido y asombrado. En cierto momento incluso me ha parecido ver sobrevolar sobre tu escrito el espíritu erasmiano que te impelía a reproducir un novísimo moiras enkomion, o quizás un redivivo don Matías Martí dirigiéndose al siempre académico conato don Ibrahim de Ostolaza en alguna nueva ocurrencia léxica. No pensaré que es una petición de indulto al director de Infocatólica. En cualquier caso, estamos en una democracia, unusquisque ad sua.

Tras la polémica -¿es malo debatir?- en la que no has participado buscas la pacificación de los espíritus en la nota publicada por la página web “una voce malaga”. Si tanto te gusta Málaga y Una Voce Málaga, lo más prudente hubiera sido no traerla a colación y ponerla por delante en lugar de exponer tu propia versión del asunto. Todo este barullo está orientado a la descalificación de los fieles tradicionales que no están adscritos a la Hermandad de San Pío X, carecen de situación canónica irregular alguna, y no se caracterizan por ser unos “dinamiteros anti-romanos” quedando excluidos por ello de las argumentaciones habituales empleadas con la FSSPX. De ahí que todo el ámbito “neo-con” precise de una nueva y sutil argumentación que nos asimile a éstos últimos. Eso es claro. Pero ¿tú has comprendido lo que quería decir la nota de Una Voce Málaga? A mi juicio es bastante clara, pero dice cosas muy interesantes. En primer lugar, constatan lo que nosotros también hemos dicho por activa, por pasiva y por perifrástica : “francamente no nos interesa el tema porque nada tiene que ver con nosotros”. Efectivamente, y con nosotros tampoco. Lo que estamos haciendo es defendernos –y a quienes son englobados en tal categoría- de una acusación grave, extraída de unos criterios que nos parecen –como hemos expuesto-arbitrarios, malintencionados, y en parte fruto de la desinformación. Si hay a quien le sobra tiempo para -mientras el Papa levanta las excomuniones a los obispos lefebvristas- ponerse a justificar estas excomuniones, allá cada cual. La alusión es directamente referible a aquellos bloggers de Infocatólica que so pretexto de las excomuniones de 1988, alinearse con todos aquellos que exigen profesiones de fe a quienes no canten las alabanzas de la situación creada tras el concilio Vaticano II, por mucho que se estrujen los sesos en argumentarlo racionalmente. Un ámbito en el que caben cardenales, arzobispos, obispos –y algún Papa- que jamás han tenido relación alguna con el movimiento creado por monseñor Lefebvre, del cual, es menester decirlo, no han leído absolutamente nada. . Como muestra el deplorable titular de una página en principio seria como Religión en Libertad: “Tradicionalistas publican una declaración de reservas sobre la beatificación de Juan Pablo II". Entra uno en la noticia con alarma, creyendo que hay un tumulto en la sede de la Pontificia Comisión Ecclesia Dei o que se ha levantado de la tumba el cardenal Siri, y resulta que es una estupidez de noticia. Tratar de vincularnos con opiniones de algún blog en internet es más que mezquino, pero así se funciona. Lo que están criticando los malagueños justamente es la forma retorcida de traer a colación estas noticias. La alusión al cardenal Siri no es irrelevante, teniendo en cuenta de que fue uno de los eclesiásticos que públicamente se refirió al encuentro de Asís de 1986 como “un escándalo para los fieles” y cuya posición sobre la comunión en la mano fue desarrollada de tal modo, que sólo hasta la muerte del cardenal de Génova, la admitió la Conferencia Episcopal Italiana. Hasta aquí lo dicho por Una Voce Málaga. A partir de este momento tus comentarios son más que sorprendentes, nos dices:

Más que la polémica (totalmente artificial, comparto lo dicho), comparto la preocupación por una “veda anti-tradicional". En Infocatólica estoy tranquilo. Si hay que dar capones a los progresaurios, no me hacen falta voluntarios (ya con ver a Luis Fernando salen corriendo), y si alguno, enarbolando la bandera de la “tradición” (la que ellos digan que es, porque ellos saben más), intentan dictar el magisterio de la Iglesia, pues también les repartirán lo suyo.

Dices que compartes lo dicho. Y te refieres a una polémica totalmente artificial. ¿?¿. ¿Y eso donde lo ha dicho tal nota? Precisamente está diciendo lo contrario, que hay a quien le sobra el tiempo para dedicarse a justificar las excomuniones de Lefebvre y los suyos, y que algunos portales lo están utilizando para abrir la veda del ámbito tradicional que no comparte la situación actual de la FSSPX. Una veda que se ha abierto precisamente en Infocatólica, a la que indirectamente se refiere la nota, y en la que dices estar seguro. Esta palabra, “seguro”, a qué se refiere? A que estás seguro de que no te van a echar? A que estás seguro porque piensas que escribiendo estas cosas no participas de todo ese ámbito bautizado (con perdón) como filo-lefebvriano? Tengo mis dudas de que progresaurios salgan corriendo con ver al director de Infocatólica, ya que las críticas que se hacen diariamente son sólo peticiones de excomunión o de suspensión a algunos abates sostenidos por obispos y por facultades de teología, o por órdenes religiosas, sobre las que no hay ninguna apreciación crítica. Y justamente, cuanto más sanciones pidan, menos las va a haber, y el que tal lo piense, es que no sabe cómo funciona la Iglesia por dentro. Incluso las sanciones no son para “ejemplo público”, por más que al director de Infocatólica le deleitase que las hubiera, incitando así a pensar en la gran repercusión de sus sesudas críticas. Por otra parte, en el estado actual de la Iglesia, hacen falta tantos neo-cones denunciadores como progresaurios, eso mantiene una cierta dialéctica que desocupa del fondo del problema. Y sin tales progresaurios seguramente Infocatólica no existiría o carecería de mayor interés. Nosotros en cambio, tendríamos que estar en el mismo sitio en el que estamos.

Y es que el riesgo siempre es el mismo: tomar a una parte ruidosa, molesta y siempre desagradable por el todo. A los que buscan que una forma del Rito sea reconocida de acuerdo al Motu Proprio que la rige, sin que nos llamen lefebvristas, porque la entendemos en igualdad con la forma ordinaria del mismo.

¿Parte ruidosa y desagradable por el todo? ¿A quién te refieres?¿A los lefebvristas?¿A nosotros? Si tan claro lo tienes, deberías poner algún ejemplo real de filo-lefebvrista. O más al grano: La gente con la que sueles asistir a la Misa tradicional ¿Son filo-lefebvristas? ¿Hay algún filo-lefebvrista? ¿Son anti-filo-lefebvristas? Está bien por otra parte eludir complicaciones. Y haces bien. Al menos en el día a día de la Iglesia, lo mejor es recurrir al derecho y dejarse de Teologías, pero ya que estamos, el Motu Proprio no ha caído del cielo, y cualquier fiel que asista a la Misa tradicional es calificado –o al menos sospechoso- de excomulgado, cismático, anti-romano y todas esas lindezas. Una vez que les explicas tu posición suelen decir: si ya, escurrir el bulto, para que no se os vea el plumero. “Le plumoire”, que queda más fisno.

Qué tranquilidad que uno confía plenamente en la Sede de Pedro para llevar la nave de la Iglesia, y no en improvisados timoneles exaltados que mancillan en algunos casos los símbolos de una nación, con tal de decir “la tradition c’est moi!”, cual mal émulo de Luis XIV.

Si de eso se trata, de que el Papa lleve la nave de la Iglesia, y no las ocurrencias del párroco de turno, la vicaría diocesana de juventud y catequesis, o que nos dicte lo que hayamos de pensar el rector de la Pontificia Universidad Rahneriana de turno. ¿Quedó muy filo-lefebvrista? Quizás. Ya decía Chesterton, cuando entramos en la iglesia, nos quitamos el sombrero pero no la cabeza. Con la conciencia de que a la iglesia no vamos a “examinar” sino a encontrarnos con Dios. Pero a veces es muy difícil, viendo lo que se ve. Es que no todos vivimos en Madrid ni tenemos una Misa tradicional al lado de casa que la celebren sacerdotes no sospechosos de filo-nosequévaina. Es algo que la Sede de Pedro ha querido asegurar para todo fiel, pero por lo que se ve, no somos todos iguales. ¿O será que los obispos si que lo son? Vete tú a saber. Y Luis XIV podía decir lo que quisiera, pero el Estado no lo era él, sino más bien Colbert y Richelieu. Nihil novum sub sole, Qohelet dixit.

Permíteme una broma. Yo creo que tú no eres neo-con, sino que estás en la órbita del “tradicional-pardillismo”; puedes hacer un trabajo de campo. Un día no vayas a Misa al tercer monasterio de la Visitación, y acude a la parroquia más cercana. Si puede ser a la Misa del catecismo. Repítelo unas cuantas veces, y acércate al párroco para –no pedirle, por Dios- hablarle de la Misa tradicional. A cualquiera. Después ya hablamos.

P.D. Cuidado con lo que escribes. Que el director de Infocatólica te haya tenido que corregir afirmaciones de tu post no es buena señal.



Affmo.

PERSONAJES «La filantropía es el más noble sentimiento neocon»

El estremecedor testimonio del sargento Mernabo.  

Nuestro Movimiento laical se compone de personas que ejercitan las más variadas tareas y oficios. Abierto a personas de toda clase y condición, cuenta con una Rama Castrense, a la que pertenecen hombres y mujeres de profesión militar, pero que están en plena sintonía con los signos de los tiempos.

El seminarista árabe Enrique Jorge Acimuj al Mnasiel es asesor teológico de nuestro Movimiento. Responsable del Departamento de Ecumanía, Interconfesionalidad y Colusión con el Mundo, Enrique ayuda a nuestros militares en práctica de la filantropía interconfesional. 

-¡Subordinación y valor! – les grita Enrique Jorge.

-¡Para la filantropía! – responden nuestros militares.


El sargento Mernabo besando el Corán en Iraq.
Un gesto de filantropía interconfesional. 
El que obedece nunca se equivoca. 

PERSONAJES «La filantropía es el más noble sentimiento neocon»

El estremecedor testimonio del sargento Mernabo.  

Nuestro Movimiento laical se compone de personas que ejercitan las más variadas tareas y oficios. Abierto a personas de toda clase y condición, cuenta con una Rama Castrense, a la que pertenecen hombres y mujeres de profesión militar, pero que están en plena sintonía con los signos de los tiempos.

El seminarista árabe Enrique Jorge Acimuj al Mnasiel es asesor teológico de nuestro Movimiento. Responsable del Departamento de Ecumanía, Interconfesionalidad y Colusión con el Mundo, Enrique ayuda a nuestros militares en práctica de la filantropía interconfesional. 

-¡Subordinación y valor! – les grita Enrique Jorge.

-¡Para la filantropía! – responden nuestros militares.


El sargento Mernabo besando el Corán en Iraq.
Un gesto de filantropía interconfesional. 
El que obedece nunca se equivoca. 

miércoles, 30 de marzo de 2011

EL CUARTO ARTICULETE DE DON IRABURU (II)


La Redacción ha hecho un esfuerzo por no dormirse para terminar la glosa del articulete de D. Iarburu. 

Credo in Ecclesiam. La Iglesia católica, la que permanece en plena comunión con sus Obispos y el Papa, guarda siempre la verdad y los medios de santificaciónNo es preciso distanciarse de la unidad de la Iglesia con actos cismáticos para reafirmar las verdades católicas y combatir los errores y abusos que en ella puedan darse, pues Ella misma tiene poder en el Espíritu Santo para vencerlos. Muy al contrario sucede fuera de la Iglesia católica: los errores monofisitas, por ejemplo, del abad Eutiques (+454) pueden perpetuarse durante siglos, hasta hoy, en confesiones cristianas separadas de Roma. Pero eso no puede suceder en la Iglesia católica, porque ella es «la Iglesia del Dios vivo, la columna y el fundamento de la verdad» (1Tim 3,15). Podrá quizá tardar la Iglesia un tiempo largo o corto en vencer errores y abusos –el arrianismo, la simonía–, pero siempre, auxiliada por Cristo, su Esposo, acaba por vencerlos. Podrá guardar silencios alarmantemente prolongados –como hoy, por ejemplo, sobre la doctrina política católica (97-98, 100-105)–; pero ya el Señor de la historia le dará palabras cuando Él lo quiera. Oremos y esperemos con paciencia. La Iglesia enseña cuando habla, no cuando calla.
D. Iarburu vuelve a la carga con el tema del cisma. Ya nos ocupamos en glosas anteriores y nuestro vecino no ha contestado a nuestras objeciones.
Ahora introduce en su argumentación al Espíritu Santo. ¿Acaso Monseñor Lefebvre ha negado la asistencia del Paráclito a la Iglesia durante el post-concilio? Leemos en su Carta a los católicos perplejos: “Tenemos pues éste consuelo y esta confianza de sentir que el Espíritu Santo no nos ha abandonado. Se puede decir que el arca de la fe, apoyándose en el concilio Vaticano I, torna a encontrar un nuevo punto de apoyo en la profesión de fe de Pablo VI.”
Pero así como la gracia supone la naturaleza, el Espíritu Santo actúa en la Iglesia por medio de sus hombres: pontífices, obispos, doctores, etc. ¿Olvida Iraburu el papel de un Atanasio en el combate contra el arrianismo?
En el tiempo postconciliar los errores doctrinales y los abusos disciplinares, morales y litúrgicos han sido denunciados desde dentro de la Iglesia católica, aunque no tanto, ciertamente, como fuera de desear. Hacer una lista de nombres para demostrar lo que digo resulta prácticamente imposible; pero citaré solo algunos ejemplos, los primeros que me vienen a la mente. Autores laicos, como Von Hildebrand, Maritain al final de su vida, Francisco Canals, Messori, Weigel, Ricardo de la Cierva, Woods, han dado con gran fuerza testimonio de la verdad, frente a herejías y abusos: y nunca faltarán a la Iglesia hombres como ellos. También han hecho lo mismo Obispos y teólogos como Siri, Ottaviani, González Martín, Fabro, Mondin y tantos más: y nunca faltarán a la Iglesia hombres como ellos. Incluso teólogos católicos, que en algunas cuestiones se habían mostrado anteriormente próximos a tesis progresistas, como el P. Henry de Lubac, S. J., ya estaban dando voces de alarma dos años después del Vaticano II:
(…)
Dice D. Iraburu: “Ese vigor de Cristo, de los apóstoles y de los santos para proclamar la verdad, denunciar el error e impugnar a los maestros del error –y en general para gobernar la Iglesia–, aparece hoy sumamente debilitado.”  ¡Ipsissima verba!
Pero han sido siempre los Papas del postconcilio los testigos más firmes de la verdad católica, y quienes han combatido con más fuerza los errores y males de la Iglesia presente. Podemos apreciarlo, por ejemplo, en algunas graves cuestiones.
–La verdad católica de la Eucaristía, (..)
–La santidad del matrimonio y la lucha contra la anticoncepción, tal como la enseñaron Pío XI (…)
–Las misiones de la Iglesia y la unicidad de Cristo como Salvador universal han sido también verdades de la fe que los Papas últimos han defendido con gran fuerza contra innumerables herejías difundidas dentro de la Iglesia (Evangelii nuntiandi, 1975; Redemptor hominis, 1979; Redemptoris missio, 1990; Dominus Iesus, 2000).
(…)
Monseñor Lefebvre no dudó en reconocer, por ejemplo, el valor de Pablo VI cuando realizó la solemne profesión de fe conocida como Credo del Pueblo de Dios:

“…en medio de todo este tumulto ha brillado una luz que puede reducir a la nada los esfuerzos del mundo para terminar con la Iglesia de Cristo: el 30 de junio de 1968 el Santo Padre proclamó su profesión de fe. Éste es un acto que, desde el punto de vista dogmático, es más importante que todo el concilio. Ese Credo, redactado por el sucesor de Pedro para afirmar la fe dé Pedro, asumió una solemnidad absolutamente extraordinaria. Cuando el Papa se puso de pie para pronunciarlo, los cardenales también se levantaron y toda la multitud quiso imitarlos, pero el Papa hizo sentar a todo el mundo; quería estar sólo él de pie como vicario de Cristo; para proclamar su Credo, y lo hizo con las palabras más solemnes en nombre de la Santísima Trinidad, ante los santos ángeles, ante toda la Iglesia. Por consiguiente, el Papa llevó a cabo un acto que compromete la fe de la Iglesia.”

Sin embargo…

La Iglesia católica, también después del Vaticano II, ha florecido en maravillas de gracia y de santidad. No solo ha conocido la proliferación de errores y horrores, en los que me he fijado especialmente para responder a los filolefebvrianos acusadores. Por el contrario, cuántos Obispos y párrocos, desbordados con frecuencia por situaciones de abrumadora descristianización, han seguido entregando sus vidas con amor incesante al servicio de Cristo y de su Iglesia, “gastándose y desgastándose por las almas hasta el agotamiento” (2Cor 12,15). Cuántas personas consagradas han vivido clausuradas en ofrenda permanente de alabanza y de súplica. Cuántas obras de heroica beneficencia multiforme han florecido en el árbol de la Iglesia. Cuántos institutos religiosos y movimientos de laicos se han renovado o han nacido en estos decenios… Cito solamente algunos, no los más grandes, que me son especialmente conocidos y queridos, Schola Cordis Iesu, Siervos del Hogar de la Madre, Instituto Mater Dei, Siervos de los Pobres del tercer mundo, Miles Christi, Schola Veritatis…
¿Y quién niega posibles frutos de santidad en medio de semejante crisis? ¿Es que no hubo un Atanasio en plena crisis arriana? ¿Qué quiere probar con este párrafo?
Es de agradecer que no mencione entre los buenos ejemplos a fundadores considerados “modelos de la juventud”, a superiores fabricantes de vocaciones inexistentes, a laicos primaverales que regalaron su vida con “generosidad” y “humildad”, a cofundadoras vitalicias que declaran que desde el Vaticano se persigue a sus movimientos, etc. Nos ahorra la tarea de hacerle ver el absurdo.
Cuántas personas y obras santas he conocido yo en medio siglo. Carmelitas descalzas… Se diría que, por una misteriosa correspondencia, a los abismos del mal que el Señor permite responde levantando montañas de gracia y santidad. ¿Quién podrá convencerme de que ésta no es ya la Iglesia católica? ¿Y que la Misa que celebramos cientos de miles de Obispos y sacerdotes, según el Novus Ordo promulgado por Pablo VI, es herética, o al menos conducente a la herejía, y ciertamente vitanda?… Dan ganas de llorar, de pena y de gratitud.
¿Y quién le ha dicho a Iraburu que para Lefebvre la Iglesia se ha extinguido? ¿Acaso no sabe que la Hermandad San Pío X no niega validez al Novus Ordo de Pablo VI?
Jamás debe contraponerse una «Roma eterna» y una «Roma temporal», la de hoy. Jamás debe condenarse a la Iglesia como «apóstata y adúltera». Jamás es lícito distanciarse de ella por actos cismáticos, como si éstos fueran imprescindibles para poder salvar «la continuidad de la Iglesia» en la verdad y la santidad. Jamás debemos contraponer a la Iglesia de Cristo –a esta Iglesia, no hay otra–, una «Roma eterna», que no tiene más realidad que la de un ectoplasma. Hacerlo es absolutamente contrario a la Tradición eclesial de los Padres y de los santos. Jamás debemos volver la espalda a nuestra madre la Iglesia, a pesar de sus heridas infectadas y las suciedades de su túnica. Ella es la fuente inagotable de la verdad y de la gracia. Jamás debemos avergonzarnos de la Iglesia existente, porque es el único Cuerpo de Cristo, integrado por santos y pecadores (LG 8c; GS 43f). Jesús nos dice, refiriéndose también a su propio Cuerpo: «¡bienaventurado aquel que no se escandalice de mí!» (Mt 11,6).
–Mons. Lefebvre, por el contrario, con ocasión de los errores y horrores postconciliares se fue escandalizando cada vez más del Concilio, de los Papas, de la Liturgia renovadaY dijo cosas terribles, que sus seguidores siguen difundiendo en libros y sitios de internet: «la Roma eterna condena la Roma temporal. Por eso preferimos la eterna» en la FSSPX (Tissier 494)… «Roma ha perdido la fe, Roma está en la apostasía» (577)… «No se puede seguir a esa gente, es la apostasía… Procedamos a la consagración» de Obispos (578). «La Chaire de Pierre et los postes d’autorité de Rome étant occupés par des antichrists, la destruction du Règne de Notre-Seigneur se poursuit rapidement» (578) [1]… «La situation de la papauté depuis Jean XXIII et ses successeurs pose des problèmes de plus en plus graves… Ils fondent une Église conciliaire nouvelle… Cette Église est-elle encore apostolique et encore catholique?… Devons-nous encore considérer ce pape comme catholique?» (569) [2].
Ha dicho Monseñor Fellay que la Hermandad San Pío X “…siempre ha estado y seguirá estando ligada a la Santa Sede, Roma Eterna.” ¿Para Iraburu la Santa Sede es un ectoplasma?
¿Si Benelli emplea la expresión “Iglesia conciliar” se puede salvar al personaje mediante la interpretación? ¿Pero si Lefebvre en un momento de oscuridad u ofuscación utiliza otra metáfora, Iraburu lo condena sin el menor esfuerzo hermenéutico? ¿Doble rasero?
Ya se ve que, con el favor de Dios, tendré que añadir otro artículo.

EL CUARTO ARTICULETE DE DON IRABURU (II)


La Redacción ha hecho un esfuerzo por no dormirse para terminar la glosa del articulete de D. Iarburu. 

Credo in Ecclesiam. La Iglesia católica, la que permanece en plena comunión con sus Obispos y el Papa, guarda siempre la verdad y los medios de santificaciónNo es preciso distanciarse de la unidad de la Iglesia con actos cismáticos para reafirmar las verdades católicas y combatir los errores y abusos que en ella puedan darse, pues Ella misma tiene poder en el Espíritu Santo para vencerlos. Muy al contrario sucede fuera de la Iglesia católica: los errores monofisitas, por ejemplo, del abad Eutiques (+454) pueden perpetuarse durante siglos, hasta hoy, en confesiones cristianas separadas de Roma. Pero eso no puede suceder en la Iglesia católica, porque ella es «la Iglesia del Dios vivo, la columna y el fundamento de la verdad» (1Tim 3,15). Podrá quizá tardar la Iglesia un tiempo largo o corto en vencer errores y abusos –el arrianismo, la simonía–, pero siempre, auxiliada por Cristo, su Esposo, acaba por vencerlos. Podrá guardar silencios alarmantemente prolongados –como hoy, por ejemplo, sobre la doctrina política católica (97-98, 100-105)–; pero ya el Señor de la historia le dará palabras cuando Él lo quiera. Oremos y esperemos con paciencia. La Iglesia enseña cuando habla, no cuando calla.
D. Iarburu vuelve a la carga con el tema del cisma. Ya nos ocupamos en glosas anteriores y nuestro vecino no ha contestado a nuestras objeciones.
Ahora introduce en su argumentación al Espíritu Santo. ¿Acaso Monseñor Lefebvre ha negado la asistencia del Paráclito a la Iglesia durante el post-concilio? Leemos en su Carta a los católicos perplejos: “Tenemos pues éste consuelo y esta confianza de sentir que el Espíritu Santo no nos ha abandonado. Se puede decir que el arca de la fe, apoyándose en el concilio Vaticano I, torna a encontrar un nuevo punto de apoyo en la profesión de fe de Pablo VI.”
Pero así como la gracia supone la naturaleza, el Espíritu Santo actúa en la Iglesia por medio de sus hombres: pontífices, obispos, doctores, etc. ¿Olvida Iraburu el papel de un Atanasio en el combate contra el arrianismo?
En el tiempo postconciliar los errores doctrinales y los abusos disciplinares, morales y litúrgicos han sido denunciados desde dentro de la Iglesia católica, aunque no tanto, ciertamente, como fuera de desear. Hacer una lista de nombres para demostrar lo que digo resulta prácticamente imposible; pero citaré solo algunos ejemplos, los primeros que me vienen a la mente. Autores laicos, como Von Hildebrand, Maritain al final de su vida, Francisco Canals, Messori, Weigel, Ricardo de la Cierva, Woods, han dado con gran fuerza testimonio de la verdad, frente a herejías y abusos: y nunca faltarán a la Iglesia hombres como ellos. También han hecho lo mismo Obispos y teólogos como Siri, Ottaviani, González Martín, Fabro, Mondin y tantos más: y nunca faltarán a la Iglesia hombres como ellos. Incluso teólogos católicos, que en algunas cuestiones se habían mostrado anteriormente próximos a tesis progresistas, como el P. Henry de Lubac, S. J., ya estaban dando voces de alarma dos años después del Vaticano II:
(…)
Dice D. Iraburu: “Ese vigor de Cristo, de los apóstoles y de los santos para proclamar la verdad, denunciar el error e impugnar a los maestros del error –y en general para gobernar la Iglesia–, aparece hoy sumamente debilitado.”  ¡Ipsissima verba!
Pero han sido siempre los Papas del postconcilio los testigos más firmes de la verdad católica, y quienes han combatido con más fuerza los errores y males de la Iglesia presente. Podemos apreciarlo, por ejemplo, en algunas graves cuestiones.
–La verdad católica de la Eucaristía, (..)
–La santidad del matrimonio y la lucha contra la anticoncepción, tal como la enseñaron Pío XI (…)
–Las misiones de la Iglesia y la unicidad de Cristo como Salvador universal han sido también verdades de la fe que los Papas últimos han defendido con gran fuerza contra innumerables herejías difundidas dentro de la Iglesia (Evangelii nuntiandi, 1975; Redemptor hominis, 1979; Redemptoris missio, 1990; Dominus Iesus, 2000).
(…)
Monseñor Lefebvre no dudó en reconocer, por ejemplo, el valor de Pablo VI cuando realizó la solemne profesión de fe conocida como Credo del Pueblo de Dios:

“…en medio de todo este tumulto ha brillado una luz que puede reducir a la nada los esfuerzos del mundo para terminar con la Iglesia de Cristo: el 30 de junio de 1968 el Santo Padre proclamó su profesión de fe. Éste es un acto que, desde el punto de vista dogmático, es más importante que todo el concilio. Ese Credo, redactado por el sucesor de Pedro para afirmar la fe dé Pedro, asumió una solemnidad absolutamente extraordinaria. Cuando el Papa se puso de pie para pronunciarlo, los cardenales también se levantaron y toda la multitud quiso imitarlos, pero el Papa hizo sentar a todo el mundo; quería estar sólo él de pie como vicario de Cristo; para proclamar su Credo, y lo hizo con las palabras más solemnes en nombre de la Santísima Trinidad, ante los santos ángeles, ante toda la Iglesia. Por consiguiente, el Papa llevó a cabo un acto que compromete la fe de la Iglesia.”

Sin embargo…

La Iglesia católica, también después del Vaticano II, ha florecido en maravillas de gracia y de santidad. No solo ha conocido la proliferación de errores y horrores, en los que me he fijado especialmente para responder a los filolefebvrianos acusadores. Por el contrario, cuántos Obispos y párrocos, desbordados con frecuencia por situaciones de abrumadora descristianización, han seguido entregando sus vidas con amor incesante al servicio de Cristo y de su Iglesia, “gastándose y desgastándose por las almas hasta el agotamiento” (2Cor 12,15). Cuántas personas consagradas han vivido clausuradas en ofrenda permanente de alabanza y de súplica. Cuántas obras de heroica beneficencia multiforme han florecido en el árbol de la Iglesia. Cuántos institutos religiosos y movimientos de laicos se han renovado o han nacido en estos decenios… Cito solamente algunos, no los más grandes, que me son especialmente conocidos y queridos, Schola Cordis Iesu, Siervos del Hogar de la Madre, Instituto Mater Dei, Siervos de los Pobres del tercer mundo, Miles Christi, Schola Veritatis…
¿Y quién niega posibles frutos de santidad en medio de semejante crisis? ¿Es que no hubo un Atanasio en plena crisis arriana? ¿Qué quiere probar con este párrafo?
Es de agradecer que no mencione entre los buenos ejemplos a fundadores considerados “modelos de la juventud”, a superiores fabricantes de vocaciones inexistentes, a laicos primaverales que regalaron su vida con “generosidad” y “humildad”, a cofundadoras vitalicias que declaran que desde el Vaticano se persigue a sus movimientos, etc. Nos ahorra la tarea de hacerle ver el absurdo.
Cuántas personas y obras santas he conocido yo en medio siglo. Carmelitas descalzas… Se diría que, por una misteriosa correspondencia, a los abismos del mal que el Señor permite responde levantando montañas de gracia y santidad. ¿Quién podrá convencerme de que ésta no es ya la Iglesia católica? ¿Y que la Misa que celebramos cientos de miles de Obispos y sacerdotes, según el Novus Ordo promulgado por Pablo VI, es herética, o al menos conducente a la herejía, y ciertamente vitanda?… Dan ganas de llorar, de pena y de gratitud.
¿Y quién le ha dicho a Iraburu que para Lefebvre la Iglesia se ha extinguido? ¿Acaso no sabe que la Hermandad San Pío X no niega validez al Novus Ordo de Pablo VI?
Jamás debe contraponerse una «Roma eterna» y una «Roma temporal», la de hoy. Jamás debe condenarse a la Iglesia como «apóstata y adúltera». Jamás es lícito distanciarse de ella por actos cismáticos, como si éstos fueran imprescindibles para poder salvar «la continuidad de la Iglesia» en la verdad y la santidad. Jamás debemos contraponer a la Iglesia de Cristo –a esta Iglesia, no hay otra–, una «Roma eterna», que no tiene más realidad que la de un ectoplasma. Hacerlo es absolutamente contrario a la Tradición eclesial de los Padres y de los santos. Jamás debemos volver la espalda a nuestra madre la Iglesia, a pesar de sus heridas infectadas y las suciedades de su túnica. Ella es la fuente inagotable de la verdad y de la gracia. Jamás debemos avergonzarnos de la Iglesia existente, porque es el único Cuerpo de Cristo, integrado por santos y pecadores (LG 8c; GS 43f). Jesús nos dice, refiriéndose también a su propio Cuerpo: «¡bienaventurado aquel que no se escandalice de mí!» (Mt 11,6).
–Mons. Lefebvre, por el contrario, con ocasión de los errores y horrores postconciliares se fue escandalizando cada vez más del Concilio, de los Papas, de la Liturgia renovadaY dijo cosas terribles, que sus seguidores siguen difundiendo en libros y sitios de internet: «la Roma eterna condena la Roma temporal. Por eso preferimos la eterna» en la FSSPX (Tissier 494)… «Roma ha perdido la fe, Roma está en la apostasía» (577)… «No se puede seguir a esa gente, es la apostasía… Procedamos a la consagración» de Obispos (578). «La Chaire de Pierre et los postes d’autorité de Rome étant occupés par des antichrists, la destruction du Règne de Notre-Seigneur se poursuit rapidement» (578) [1]… «La situation de la papauté depuis Jean XXIII et ses successeurs pose des problèmes de plus en plus graves… Ils fondent une Église conciliaire nouvelle… Cette Église est-elle encore apostolique et encore catholique?… Devons-nous encore considérer ce pape comme catholique?» (569) [2].
Ha dicho Monseñor Fellay que la Hermandad San Pío X “…siempre ha estado y seguirá estando ligada a la Santa Sede, Roma Eterna.” ¿Para Iraburu la Santa Sede es un ectoplasma?
¿Si Benelli emplea la expresión “Iglesia conciliar” se puede salvar al personaje mediante la interpretación? ¿Pero si Lefebvre en un momento de oscuridad u ofuscación utiliza otra metáfora, Iraburu lo condena sin el menor esfuerzo hermenéutico? ¿Doble rasero?
Ya se ve que, con el favor de Dios, tendré que añadir otro artículo.

martes, 29 de marzo de 2011

EL CUARTO ARTICULETE DE DON IRABURU (I)



La Redacción ha decidido glosar el cuarto articulete de Don Iraburu en dos partes. Estamos ante una cortina de humo. 
–A ver por dónde seguimos ahora… Ay, madre.
–Tranquilo. La verdad debe ser afirmada con paz, alegría y fortaleza. Y con paciencia.
Una breve evocación de la historia de la Iglesia en su último medio siglonos ayudará a entender mejor la posición de Mons. Lefebvre, de la FSSPX y de aquellos que hoy están más o menos de acuerdo con ellos.
Una historia de la Iglesia que selecciona los hechos de modo tal que sirvan para favorecer la posición neoconservadora de Iraburu y sus seguidores. Una novela rosa para el período conciliar y posconciliar.
El sagrado Concilio Vaticano IIconvocado por el Beato Juan XXIII, fue una inmensa gracia de Dios para su Iglesia (1962-1965), como todos los Concilios anteriores. En él Nuestro Señor Jesucristo reunió en asamblea eclesial a 2.500 Padres. Fué con gran diferencia el Concilio más numeroso de la historia. Y partiendo de los Concilios anteriores, muchos de ellos dogmáticos, trató con una finalidad predominantemente pastoral y renovadora las grandes realidades de la Iglesia católica.
 Los datos cuantitativos que aquí trae Iraburu pueden impresionar al lector no versado en Teología haciéndole olvidar que ninguna de las novedades del Vaticano II pertenece a la categoría del magisterio infalible. En cuanto a la finalidad pastoral del Sínodo, el pasado y el presente muestran los resultados. ¿Se los quiere ver en todas sus dimensiones? ¿O es mejor refugiarse en el optimismo compulsivo de los baluartes neoconservadores?
Es bien sabido que había entre los Padres conciliares, como en tantos otros Concilios anteriores, tendencias doctrinales y pastorales fuertemente contrapuestasEl grupo liberal, conducido por algunos Cardenales, como Bea, Alfrink, Willebrands, estaba apoyado principalmente por Obispos centroeuropeos y franceses. Y del otro lado, el grupo tradicional, dirigido por Cardenales como Siri y Ottaviani y por el Coetus internationalis Patrum, presidido por el Arzobispo Lefebvre, tenía el apoyo de Italia, España e Hispanoamérica, así como de no pocas Iglesias de reciente nacimiento. El primer grupo era minoritario, pero sumamente organizado y apoyado por teólogos progresistas de renombre y por la prensa mundial. El segundo, poco organizado y mucho menos eficiente en los medios, pero sumamente lúcido y valiente, consiguió sin embargo el apoyo de la mayoría de los Padres. Y en algunos casos fue el Papa Pablo VI el que, con intervenciones personales, «confirmó en la fe» a sus hermanos. Demos gracias a Dios.
El Concilio se promulga finalmente con un gran acuerdo de los PadresTodos los documentos, incluso los más discutidos, como el de la libertad religiosa, son firmados por la Asamblea conciliar, también por Mons. Lefebvre, con unanimidad casi total. Es evidente que todos los Padres conciliares están convencidos de que el XXI Concilio ecuménico guarda plena fidelidad y continuidad con la doctrina de los XX Concilios anteriores. No lo hubieran firmado si no lo creyeran así. Y todos saben bien que si la enseñanza conciliar en alguna cuestión concreta diera lugar a una interpretación dudosa, ésta habrá de dilucidarse ateniéndose siempre a las enseñanzas ya anteriormente establecidas con mayor claridad y firmeza por la Santa Madre Iglesia. Hago notar también que los Padres aprobaron unánimes las enseñanzas del Vaticano II, no las falsificaciones doctrinales que en seguida se difundirían en su nombre.
Iraburu repite aquí el tan trillado como superficial argumento de que Lefebvre firmó los documentos del Vaticano II. Sobran explicaciones sobre el punto, por lo que no lo trataremos.
El consenso entusiasta inmediato al Vaticano II  no dice nada sobre su estatuto magisterial. ¿Pensará el autor que la verdad depende del número? ¿Creerá que la amplia recepción de una doctrina la vuelve ortodoxa?
Cabe anticipar que la falsificación comenzó durante el desarrollo del Concilio y que contó con muy altas complicidades.
Conviene tener en cuenta, por otra parte, que en la historia de la Iglesia el Concilio Vaticano II es el único que ha producido como documento final un grueso libro de 700 o 1.000 páginas. Y en un escrito tan sumamente largo no faltan ciertos textos nacidos como resultantes de fuerzas conciliares duramente contrapuestas. Esta circunstancia real, y el uso de un lenguaje a veces más literario y retórico que teológico y preciso, da lugar a algunas expresiones confusas, imprecisas e incluso falsas, si se toman en su literalidad y fuera de contexto –lo que no debe hacerse– (Reforma o apostasía 24), y que necesitan ser aclaradas en actos posteriores del Magisterio apostólico, como así ha sucedido, concretamente en discursos pontificios y Encíclicas postconciliares. En seguida vuelvo sobre esto.
La falsificación de las doctrinas del Vaticano II comenzó durante su misma celebración, y se multiplicó grandemente en el postconcilio. La minoría liberal aludida, a través de muchos teólogos progresistas y con la complicidad de casi toda la prensa mundial, difundieron durante el Concilio y aún más después de él una versión neo-modernista de los documentos conciliares, que muchos católicos –sin haber leído los textos conciliares o habiéndolos leído– recibieron como la auténtica doctrina conciliar. De hecho, teólogos como Küng y Schillebeeckx, teniéndose a sí mismos por los teólogos realmente fieles al Vaticano II, difundieron en su nombre no pocas herejías.
Durante el desarrollo del Concilio, renombrados peritos conciliares, comenzaron a publicar las falsificaciones. Lo que silencia Iraburu es que se trató de peritos designados por los mismos padres conciliares. Omite mencionar, asimismo, que sus publicaciones recibieron el nihil obstat de los obispos, padres conciliares, y que en muchas iglesias particulares llegaron a desempeñar el papel de interpretación auténtica.
El error radical de Mons. Lefebvre y de sus seguidores fue acusar al Concilio Ecuménico Vaticano II y a los Papas que le siguieron como causantes principales del resurgimiento muy fuerte, sobre todo en el Occidente descristianizado, de un neomodernismo extremo, que difunde en el pueblo cristiano justamente lo contrario de lo que el Concilio ha enseñado: «Roma ha roto con la Tradición, ha caído en la herejía y en la apostasía»…
El error radical de Iraburu es tomar expresiones extremas de una biografía para exponer una posición doctrinal. Textos desconectados de las circunstancias vitales que los explican.
El método correcto sería que Iraburu fundase sus críticas en escritos doctrinales y no que los tomase de una obra biográfica. Podría utilizar, por ejemplo, las “dubia” que Monseñor Lefebvre presentó a la Congregación para la Doctrina de la Fe. Y para ponerse al día, debería consultar el libro de D. Álvaro Calderón “La Lámpara bajo el Celemín” (Ed. Río Reconquista, Buenos Aires, 2009), que es representativo de la posición de la Hermandad San Pío X.
Es cierto que los errores y horrores habidos dentro de la Iglesia después del Concilio, sobre todo en el Occidente descristianizado, fueron y son innumerables. Muchos de ellos han sido señalados y combatidos en este mismo blog Reforma o apostasía, todavía inacabado. Señalo a continuación entre paréntesis el número de algunos artículos de este blog.
Pero acusar al Concilio Vaticano II de esos enormes males es una gran falsedad, una calumnia, y es una ofensa al Espíritu Santoque asistió con su luz y su gracia al Papa y a los 2.500 Padres conciliares, como había ayudado en los XX Concilios anteriores. Muchas veces es falso el adagio post hoc, ergo propter hoc: esto ha sucedido después de aquello, luego aquello es causa de esto.
Iraburu previene contra una falacia conocida genéricamente como post hoc, en virtud de la cual se afirma una relación causal a partir de una coincidencia o sucesión temporal. Pero olvida otra regla complementaria: el abuso no prohíbe el uso. Que sea más o menos frecuente la confusión entre sucesión temporal y causalidad no prohíbe la indagación acerca de la causas. La denominada demostración quia, parte del efecto para remontarse a la causa. Negarse a la indagación acerca de las causas es poco científico.
Es falso acusar al Concilio auténtico de ser la causa de su falsificación. Pero también es una falacia cubrir las posibles deficiencias de los textos conciliares con la cortina de humo de sus falsificaciones más burdas. Cuando no se quiere afrontar un problema es fácil echar culpas a los demás: a los modernistas que falsifican el Concilio y a los tradicionalistas que lo critican con amargura.
La apostasía del Occidente rico se inicia mucho antes del Vaticano II, con el Renacimiento, el protestantismo, la Ilustración, el liberalismo, la Revolución francesa, la masonería, el catolicismo liberal, el modernismo, el comunismo, la revolución sexual, mayo de 1968, y se acentúa fuertemente cuando las naciones de Occidente, habiendo alcanzado una prosperidad y riqueza estables, y ya en gran parte recuperadas de los enormes estragos producidos por la II Guerra Mundial, deciden «adorar a la criatura, en lugar de al Creador, que es bendito por los siglos» (Rm 1,25). Y al paso de los años, esta apostasía secularista se difunde más o menos por las otras Iglesias hermanas del mundo.
Ya desde entonces se inicia el derrumbe de no pocas Iglesias del Occidente rico. La inmensa mayoría de los bautizados se mantienen lejos de la Eucaristía, lejos, pues, de Cristo y de la Iglesia. Ya la gran mayoría de los matrimonios católicos admite la anticoncepción sin problemas de conciencia, y la practica siempre que lo estima conveniente. Ya en estas naciones apenas hay vocaciones. Ya los pensamientos y caminos del mundo son los pensamientos y caminos de la mayor parte de los bautizados. Todos éstos son datos ciertos, objetivos, comprobables. Pero atribuir al Concilio Vaticano II este arruinamiento tan grave de la Iglesia en Occidente es un enorme error.
Iraburu imputa a sus contradictores lo que no sostienen. Los efectos pueden obedecer a múltiples causas concurrentes y  señalar una de ellas no es lo mismo que dar una explicación monocausal.
Los errores modernos de los últimos cincuenta años no se han derivado de los textos conciliares. Miren, por ejemplo, los errores reprobados por la Congregación de la Fe mediante severas Notificaciones –Küng, Schillebeeckx, De Mello, Vidal, Haight, Sobrino, etc.– y nunca hallarán fundamento para ellos en textos del Vaticano II. Éstos y tantos otros maestros del error se autocalifican con desvergüenza como los teólogos verdaderamente fieles «al Concilio»; pero curiosamente no lo citan nunca: se atienen al «espíritu del Concilio», que no está «editado» todavía, y que consiste solo en sus propias ideas. Por el contrario, los escritores católicos tradicionales, es decir, los católicos, no hemos cesado de citar miles de veces durante medio siglo los textos del Vaticano II y las encíclicas de los Papas postconciliares.
No albergamos dudas de que existe un conjunto de interpretaciones heterodoxas tan ajenas a los textos conciliares aprobados que pueden considerarse una falsificación. Lo denominamos para-concilio.
Pero Iraburu usa el para-concilio como cortina de humo. Un planteamiento demodé, puesto que la Santa Sede considera legítima la crítica seria y constructiva de los textos del Concilio mismo. Se reconoce, además, que hay pasajes mal formulados y poco claros, como ha dicho recientemente Monseñor Guido Pozzo.
Además, al concentrar la atención en la heterodoxia dura la desvía de la heterodoxia blanda de amplísima difusión: las lecturas semi-ortodoxas, nebulosas, la heterodoxia criptógama (los errores están más en lo que se silencia que en lo que se dice), etc. Heterodoxia blanda que goza de notable aceptación entre los obispos y que también se promueve desde unos movimientos eclesiales neoconservadores que Iraburu elogia con fruición y jamás critica en su bitácora.
La hermenéutica de la continuidad tradicional de la doctrina católica viene a ser un tema central de la predicación de Benedicto XVI desde el comienzo mismo de su pontificado (22-XII-2005, 26-V-2009). Y en ella había ya insistido Juan Pablo II, concretamente en la ocasión muy grave del motu proprio Ecclesia Dei (2-VII-1988).
¿Qué entiende Iraburu por hermenéutica de la continuidad? Lo ignoramos. Nos gustaría saber si se trata de algo ya realizado y a disposición de toda la Iglesia o de un proceso que recién se inicia.
Desde su condición de teólogo Iraburu podría responder algunos interrogantes fundamentales sobre el Vaticano II: ¿cuál es su verdadera naturaleza magisterial? Su pastoralidad  -de la cual se debe precisar su noción- ¿qué relación guarda con su posible su carácter dogmático? ¿Se concilia con él? ¿Lo presupone? ¿Lo contradice? ¿Lo ignora? ¿Es posible definir como dogmático al Vaticano II? ¿Y luego remitirse a él como dogmático? ¿Fundar sobre él nuevas afirmaciones teológicas? ¿En qué sentido? ¿Con qué limitaciones? ¿Se trata de un "acontecimiento", en el sentido de los profesores de Bolonia, que rompe los vínculos con el pasado, e instaura una era nueva en todos los aspectos? ¿O todo el pasado vive otra vez en él "eodem sensu, eademque sententia”?
A suivre...