viernes, 30 de septiembre de 2011

Genealogía del voluntarismo



"El voluntarismo es contra la natura ordenada, pero por desgracia es conforme a la natura caída: Caín es el primer voluntarista, el primer cultor de la voluntad de poder: él y sus hijos Tubal y Tubalcaín inventaron la técnica; Nemrod fundó la primera ciudad amurallada; la torre de Babel fue el primer acto de culto tecnolátrico.

El voluntarismo domina la época, empapa toda la Filosofía moderna y desde allí reina en toda la práctica, desde la técnica hasta la religión: los que mandan hoy día no son los contemplativos sino los prácticos; no los sabios, sino los expertos y astutos; no los más inteligentes, sino los más briosos y dominadores. “Dichosos los mansos porque ellos poseerán la tierra” —dijo Cristo. La tierra la poseen hoy día no los mansos sino los violentos. “Voy a destruir la tierra; porque la veo llena de violencia” —dice Dios a Noé. La herejía voluntarista nació en la Cristiandad Occidental en los siglos XVI y XVII, aunque la tendencia a esa desordenación existió siempre, naturalmente. Lutero es voluntarista. En el ámbito de nuestra raza, el voluntarismo está representado por Francisco Suárez, del siglo XVII, que en sus “Disputationes Metaphysícae” hizo una especie de compendio de la Filosofía Cristiana, pero introduciendo en ella el voluntarismo de Duns Scoto y de William Occam. Un jesuita y dos franciscanos: la herejía voluntarista (herejía filosófica, desde luego) comenzó en la Iglesia y después se propagó al Estado. Russell cree que los jesuitas introdujeron el voluntarismo; no los primeros jesuitas ciertamente, puesto que San Ignacio fue un contemplativo, Diego Laínez un especulativo aunque mediocre, Francisco de Borja un místico; pero después vino un práctico, Claudio Acquaviva, “el segundo fundador de nuestra Compañía”, como lo llama el P. Astrain, y comenzó el dominio de los prácticos, de los “briosos sin letras”, como dice el P. Mariana. Pero eso ya no era privativo de los jesuitas sino característica de una época naciente que había de reflejar Descartes. Descartes es tan voluntarista que sostiene que “toda afirmación proviene de la voluntad y no del intelecto”, es decir que toda afirmación no es ciencia sino creencia. Si el P. Mariana hubiese sido General de la Compañía de Jesús en vez del P. Acquaviva, es probable que la Compañía de Jesús hubiese seguido la línea de San Ignacio; pero al P. Mariana lo hubiesen muerto."

Tomado de: Castellani, Leonardo. PSICOLOGÍA HUMANA. p. 198.

Genealogía del voluntarismo



"El voluntarismo es contra la natura ordenada, pero por desgracia es conforme a la natura caída: Caín es el primer voluntarista, el primer cultor de la voluntad de poder: él y sus hijos Tubal y Tubalcaín inventaron la técnica; Nemrod fundó la primera ciudad amurallada; la torre de Babel fue el primer acto de culto tecnolátrico.

El voluntarismo domina la época, empapa toda la Filosofía moderna y desde allí reina en toda la práctica, desde la técnica hasta la religión: los que mandan hoy día no son los contemplativos sino los prácticos; no los sabios, sino los expertos y astutos; no los más inteligentes, sino los más briosos y dominadores. “Dichosos los mansos porque ellos poseerán la tierra” —dijo Cristo. La tierra la poseen hoy día no los mansos sino los violentos. “Voy a destruir la tierra; porque la veo llena de violencia” —dice Dios a Noé. La herejía voluntarista nació en la Cristiandad Occidental en los siglos XVI y XVII, aunque la tendencia a esa desordenación existió siempre, naturalmente. Lutero es voluntarista. En el ámbito de nuestra raza, el voluntarismo está representado por Francisco Suárez, del siglo XVII, que en sus “Disputationes Metaphysícae” hizo una especie de compendio de la Filosofía Cristiana, pero introduciendo en ella el voluntarismo de Duns Scoto y de William Occam. Un jesuita y dos franciscanos: la herejía voluntarista (herejía filosófica, desde luego) comenzó en la Iglesia y después se propagó al Estado. Russell cree que los jesuitas introdujeron el voluntarismo; no los primeros jesuitas ciertamente, puesto que San Ignacio fue un contemplativo, Diego Laínez un especulativo aunque mediocre, Francisco de Borja un místico; pero después vino un práctico, Claudio Acquaviva, “el segundo fundador de nuestra Compañía”, como lo llama el P. Astrain, y comenzó el dominio de los prácticos, de los “briosos sin letras”, como dice el P. Mariana. Pero eso ya no era privativo de los jesuitas sino característica de una época naciente que había de reflejar Descartes. Descartes es tan voluntarista que sostiene que “toda afirmación proviene de la voluntad y no del intelecto”, es decir que toda afirmación no es ciencia sino creencia. Si el P. Mariana hubiese sido General de la Compañía de Jesús en vez del P. Acquaviva, es probable que la Compañía de Jesús hubiese seguido la línea de San Ignacio; pero al P. Mariana lo hubiesen muerto."

Tomado de: Castellani, Leonardo. PSICOLOGÍA HUMANA. p. 198.

jueves, 29 de septiembre de 2011

Un libro muy recomendable


Brunero Gherardini. VATICANO II: UNA EXPLICACIÓN PENDIENTE. Editorial Gaudete, colección Peripecia, 2011. 240 páginas.

Este libro esuna bomba de relojería. En un país como el nuestro, en el que la Iglesia católica juega un papel de primera importancia, el concilio Vaticano II sigue siendo un enigma para propios y extraños.
Cuarenta años de alabanzas y de críticas han impedido que tengamos una visión serena de aquel acontecimiento y de su alcance.

Por fin, este libro abre una serena, seria y rigurosa investigación sobre el Vaticano II, tan lejos del aplauso adulador como del prejuicio. Un libro necesario que abrirá los ojos de cristianos y de no cristianos ante los problemas actuales de la Iglesia católica.

La competencia del autor está fuera de duda: Brunero Gherardini ha sido durante 35 años profesor ordinario de Eclesiología en la Pontificia Universidad Lateranense, además de presidir las academias pontificias de Teología y de Santo Tomás. Es consultor de la Congregación para la Causa de los Santos. Actualmente dirige la prestigiosa revista “Divinitas” (con sede en la Ciudad del Vaticano) y es canónigo de la archibasílica de San Pedro del Vaticano.

Más información aquí.

Un libro muy recomendable


Brunero Gherardini. VATICANO II: UNA EXPLICACIÓN PENDIENTE. Editorial Gaudete, colección Peripecia, 2011. 240 páginas.

Este libro esuna bomba de relojería. En un país como el nuestro, en el que la Iglesia católica juega un papel de primera importancia, el concilio Vaticano II sigue siendo un enigma para propios y extraños.
Cuarenta años de alabanzas y de críticas han impedido que tengamos una visión serena de aquel acontecimiento y de su alcance.

Por fin, este libro abre una serena, seria y rigurosa investigación sobre el Vaticano II, tan lejos del aplauso adulador como del prejuicio. Un libro necesario que abrirá los ojos de cristianos y de no cristianos ante los problemas actuales de la Iglesia católica.

La competencia del autor está fuera de duda: Brunero Gherardini ha sido durante 35 años profesor ordinario de Eclesiología en la Pontificia Universidad Lateranense, además de presidir las academias pontificias de Teología y de Santo Tomás. Es consultor de la Congregación para la Causa de los Santos. Actualmente dirige la prestigiosa revista “Divinitas” (con sede en la Ciudad del Vaticano) y es canónigo de la archibasílica de San Pedro del Vaticano.

Más información aquí.

Luteranos y antiluteranos


El primer grito de Lutero: "¡al interior del alma”!" hubiese sido respondido por pocos, si no se hubiese acompañado a otro mucho más popular: "¡Oh tú, Papa de Roma, asnillo, mujer vieja, payaso, ya verás quién es el Doctor Martín!"; al cual una gran muchedumbre de descontentos -algunos con razón- respondió de inmediato: "¡Hurra!"; y entre todos estos heterogéneos paulatinamente -aunque no insensiblemente- fueron cayendo en otro grito aún más popular: "¡Vino, mujeres y canto!" al cual una innumerable masa respondió: "'¡Hurra, hurra, hurra, Herr Doktor Deutsche Martín Luther!".

La rebelión de Lutero surgió para liberar de una tirantez; y puestas sobre esa tirantez, las palabras de Lutero son liberadoras; pero suprimida la tirantez, son pura cháchara y su teología se disuelve en la contradicción y la incoherencia: la presuposición faltando la proposición pierde su sentido, como una respuesta a una pregunta ya inexistente.

Generación tras generación, Europa había sido educada en el Memento mori, en el recuerdo de la Muerte, del Juicio, del Infierno; había sido cargada de prácticas, de obligaciones y de shiboletes devotos; había sido aterrorizada con las hogueras de los herejes y las guerras religiosas y estaba acostumbrada a ver lo religioso en gestos y en exterioridades ya estereotipadas y vueltas rutinas y fetichismos; como por ejemplo, el "consejo" de celibato eclesiástico vuelto de más en más un "precepto", y por cierto, muy mal guardado; la compra del perdón de los pecados por medio de las "indulgencias"; el poder y la actividad política, el poder y la actividad económica del alto clero sustituyendo a la contemplación y la predicación de la Verdad…

Este terreno pedía un reformador, un hombre que llamase la religión a lo interior; pero un reformador es un hombre que impone cargas y no que las arroja; que aprieta y no que afloja; que ata por todas partes nuevos lazos y lazos rotos y no que los relaja; para lo cual tiene que ser en alguna forma un mártir. Cosa que por desgracia estuvo lejos de ser Lutero. Lejos de volverse mártir, se volvió popular… Yo soy un escritor religioso; si fuese popular, no sería un escritor religioso.

Por desgracia, la actitud polémica también influyó malamente en el Catolicismo, a pesar de que allí no fue tan exclusiva: hay que ver por ejemplo las pavadas exegéticas en que incurre el gran exegeta Maldonado por su manía de polemizar con los calvinistas. Una gran parte del Catolicismo moderno -sobre todo en España y aledaños- se ha edificado sobre el Concilio de Trento más que sobre el EVANGELIO; es decir, se ha configurado en contra del Protestantismo; lo cual comporta una especie de imitación subconsciente. No se mueve libremente el que esgrime contra otro: depende del otro en sus movimientos.

El Protestantismo se llevó cautivas una cantidad de nociones –o digamos más bien de esencias- cristianas, que el Catolicismo necesitaba y que el Catolicismo abandonó y aun combatió, viéndolas convertidas en "herejía": como por ejemplo, la lectura y el estudio de la Biblia, tan intensos en los Santos Padres, sustituidos por la lectura de obras de autores devotos de más en más chabacanas y deleznables; y otra lista de cosas excelentes, que por haber vivido en países protestantes, podría yo hacer fácilmente ...

La Contrarreforma quiso reforzar el celibato eclesiástico -el cual tengo por loable y santo- por medio del rigor, convirtiéndolo en una especie de absoluto; de manera que por eso un hombre es sacerdote, por no estar casado, y basta; es decir, eso es un carisma, que incluso dispensa a veces de la obligación de trabajar; y que tiene por sí solo un poder santificador y perfeccionador de la natura humana: lo cual es un error en teología. La Contrarreforma exteriorizó más la fe, convirtiendo en objeto preponderante de ella a la Santísima Virgen -mi Madre y Señora- e incluso al Papa -al cual acato y obedezco- convertido en más infalible de lo que en realidad él mismo pretende; disolviendo la fe pura de un Dios transcendente en devociones exteriores o "mandatos de hombres".

La Contrarreforma exaltó la virtud militar de la "obediencia"; y ella considerada más en su cómodo automatismo que en su espíritu; hasta volverla una especie de virtud teologal, que puede sustituir incluso a la conciencia personal. La Contrarreforma defendió y propagó la noción suareciana de "la acción primero que la contemplación", que es una plaga en la Iglesia hoy día, y ha traído el triunfo del mediocre agitado sobre el sabio débil; e incluso la persecución del sabio. Finalmente, la Contrarreforma aumentó el sacramentalismo y disminuyó la predicación; rebajó la contemplación y la caridad en apologética y beneficencia -las cuales no son malas, pero no son sumas-; alejó más y más a los fieles del Poder eclesiástico -lo que llaman "la Jerarquía"- haciendo de la Iglesia la sociedad más totalitaria que existe; y se entregó desaforadamente a la "propaganda".

Y así otras cosas. Todo con poco resultado religioso, por cierto. Esto es la faz negativa de la Contrarreforma; no quiero negar aquí su inmensa faz positiva; que otros ya ponderan bastante.

Tomado de: Castellani, L. CRISTO VUELVE O NO VUELVE, Ed. Dictio, ps. 294-297.

Luteranos y antiluteranos


El primer grito de Lutero: "¡al interior del alma”!" hubiese sido respondido por pocos, si no se hubiese acompañado a otro mucho más popular: "¡Oh tú, Papa de Roma, asnillo, mujer vieja, payaso, ya verás quién es el Doctor Martín!"; al cual una gran muchedumbre de descontentos -algunos con razón- respondió de inmediato: "¡Hurra!"; y entre todos estos heterogéneos paulatinamente -aunque no insensiblemente- fueron cayendo en otro grito aún más popular: "¡Vino, mujeres y canto!" al cual una innumerable masa respondió: "'¡Hurra, hurra, hurra, Herr Doktor Deutsche Martín Luther!".

La rebelión de Lutero surgió para liberar de una tirantez; y puestas sobre esa tirantez, las palabras de Lutero son liberadoras; pero suprimida la tirantez, son pura cháchara y su teología se disuelve en la contradicción y la incoherencia: la presuposición faltando la proposición pierde su sentido, como una respuesta a una pregunta ya inexistente.

Generación tras generación, Europa había sido educada en el Memento mori, en el recuerdo de la Muerte, del Juicio, del Infierno; había sido cargada de prácticas, de obligaciones y de shiboletes devotos; había sido aterrorizada con las hogueras de los herejes y las guerras religiosas y estaba acostumbrada a ver lo religioso en gestos y en exterioridades ya estereotipadas y vueltas rutinas y fetichismos; como por ejemplo, el "consejo" de celibato eclesiástico vuelto de más en más un "precepto", y por cierto, muy mal guardado; la compra del perdón de los pecados por medio de las "indulgencias"; el poder y la actividad política, el poder y la actividad económica del alto clero sustituyendo a la contemplación y la predicación de la Verdad…

Este terreno pedía un reformador, un hombre que llamase la religión a lo interior; pero un reformador es un hombre que impone cargas y no que las arroja; que aprieta y no que afloja; que ata por todas partes nuevos lazos y lazos rotos y no que los relaja; para lo cual tiene que ser en alguna forma un mártir. Cosa que por desgracia estuvo lejos de ser Lutero. Lejos de volverse mártir, se volvió popular… Yo soy un escritor religioso; si fuese popular, no sería un escritor religioso.

Por desgracia, la actitud polémica también influyó malamente en el Catolicismo, a pesar de que allí no fue tan exclusiva: hay que ver por ejemplo las pavadas exegéticas en que incurre el gran exegeta Maldonado por su manía de polemizar con los calvinistas. Una gran parte del Catolicismo moderno -sobre todo en España y aledaños- se ha edificado sobre el Concilio de Trento más que sobre el EVANGELIO; es decir, se ha configurado en contra del Protestantismo; lo cual comporta una especie de imitación subconsciente. No se mueve libremente el que esgrime contra otro: depende del otro en sus movimientos.

El Protestantismo se llevó cautivas una cantidad de nociones –o digamos más bien de esencias- cristianas, que el Catolicismo necesitaba y que el Catolicismo abandonó y aun combatió, viéndolas convertidas en "herejía": como por ejemplo, la lectura y el estudio de la Biblia, tan intensos en los Santos Padres, sustituidos por la lectura de obras de autores devotos de más en más chabacanas y deleznables; y otra lista de cosas excelentes, que por haber vivido en países protestantes, podría yo hacer fácilmente ...

La Contrarreforma quiso reforzar el celibato eclesiástico -el cual tengo por loable y santo- por medio del rigor, convirtiéndolo en una especie de absoluto; de manera que por eso un hombre es sacerdote, por no estar casado, y basta; es decir, eso es un carisma, que incluso dispensa a veces de la obligación de trabajar; y que tiene por sí solo un poder santificador y perfeccionador de la natura humana: lo cual es un error en teología. La Contrarreforma exteriorizó más la fe, convirtiendo en objeto preponderante de ella a la Santísima Virgen -mi Madre y Señora- e incluso al Papa -al cual acato y obedezco- convertido en más infalible de lo que en realidad él mismo pretende; disolviendo la fe pura de un Dios transcendente en devociones exteriores o "mandatos de hombres".

La Contrarreforma exaltó la virtud militar de la "obediencia"; y ella considerada más en su cómodo automatismo que en su espíritu; hasta volverla una especie de virtud teologal, que puede sustituir incluso a la conciencia personal. La Contrarreforma defendió y propagó la noción suareciana de "la acción primero que la contemplación", que es una plaga en la Iglesia hoy día, y ha traído el triunfo del mediocre agitado sobre el sabio débil; e incluso la persecución del sabio. Finalmente, la Contrarreforma aumentó el sacramentalismo y disminuyó la predicación; rebajó la contemplación y la caridad en apologética y beneficencia -las cuales no son malas, pero no son sumas-; alejó más y más a los fieles del Poder eclesiástico -lo que llaman "la Jerarquía"- haciendo de la Iglesia la sociedad más totalitaria que existe; y se entregó desaforadamente a la "propaganda".

Y así otras cosas. Todo con poco resultado religioso, por cierto. Esto es la faz negativa de la Contrarreforma; no quiero negar aquí su inmensa faz positiva; que otros ya ponderan bastante.

Tomado de: Castellani, L. CRISTO VUELVE O NO VUELVE, Ed. Dictio, ps. 294-297.

miércoles, 28 de septiembre de 2011

ACAprensa


En el norte de Argentina muchas palabras tienen una raíz quechua. Es el caso de "ÁCA" que significa: guano, mierda, nada, mezquino. A continuación reproducimos la entrada de otro blog,  que es una prueba más de la pésima cobertura informativa que suele realizar la agencia ACIPRENSA cada  vez que trata el tema de la FSSPX. Comprenderán nuestros lectores por qué preferimos rebautizarla como ACAPRENSA... Es debido a la nada de seriedad y a la mezquindad con la que informa sobre estos temas.



La imágen que encabeza esta entrada corresponde a la captura de pantalla de una nota publicada por agencia ACI, Sep-27-2011, de la cual les pedimos presten atención al texto que hemos destacado en rectángulos rojos. Dichos textos, segúnACI, corresponden a afirmaciones hechas por el Bernard Fellay, Superior General de la FSSPX/SSPX, respecto del «preámbulo doctrinal» entregado por la CDF a la FSSPX/SSPX en Sep-14-2011. ACI escribe: “Fellay dijo que...Asimismo aseguró que”, y acto seguido procede a entrecomillar unas palabras, lo que en teoría indicaría que estan citando verbatim a Fellay. Pero simplemente ello no es así; lo que ACI está citando corresponde a unos apartes de un post de Sep-26-2011 de un usuario (con el apodo de “Austremoine”) de un foro en francés llamado Fecit. Este usuario claramente hace la salvedad de que lo que escribe es “un breve resumen de memoria de los términos empleados” por Fellay. Aquí la captura de pantalla del foro aludido, en donde se ve claramente que todo lo escrito es de autoria de ese usuario y no es una cita textual de nadie, aunque el concepto principal permanezca.


Y como esa es la única fuente que se tiene como referencia de lo expresado por Fellay, lo lógico, responsable y honesto es citar esa fuente (como lo ha hecho por ej: Kreuz.net en alemán, Rorate Cæli en inglés, Fratres In Unum en portugués), pero no ocurre así con la nota de ACI. Por tanto, en este caso quiere decir que a la agencia ACI le consta la certeza objetiva de que esas son las palabras textuales dichas por Fellay, y de allí el entrecomillado.

Siéntense a esperar que ACI suministre la prueba de que en este caso concreto está suministrando una cita textual y verdadera.

¿Recuerdan que en otra entrada anterior sugeríamos que ante la posibilidad de un eventual acuerdo Roma-FSSPX/SSPX algunos oprimen el botón de pánico...?

ACAprensa


En el norte de Argentina muchas palabras tienen una raíz quechua. Es el caso de "ÁCA" que significa: guano, mierda, nada, mezquino. A continuación reproducimos la entrada de otro blog,  que es una prueba más de la pésima cobertura informativa que suele realizar la agencia ACIPRENSA cada  vez que trata el tema de la FSSPX. Comprenderán nuestros lectores por qué preferimos rebautizarla como ACAPRENSA... Es debido a la nada de seriedad y a la mezquindad con la que informa sobre estos temas.



La imágen que encabeza esta entrada corresponde a la captura de pantalla de una nota publicada por agencia ACI, Sep-27-2011, de la cual les pedimos presten atención al texto que hemos destacado en rectángulos rojos. Dichos textos, segúnACI, corresponden a afirmaciones hechas por el Bernard Fellay, Superior General de la FSSPX/SSPX, respecto del «preámbulo doctrinal» entregado por la CDF a la FSSPX/SSPX en Sep-14-2011. ACI escribe: “Fellay dijo que...Asimismo aseguró que”, y acto seguido procede a entrecomillar unas palabras, lo que en teoría indicaría que estan citando verbatim a Fellay. Pero simplemente ello no es así; lo que ACI está citando corresponde a unos apartes de un post de Sep-26-2011 de un usuario (con el apodo de “Austremoine”) de un foro en francés llamado Fecit. Este usuario claramente hace la salvedad de que lo que escribe es “un breve resumen de memoria de los términos empleados” por Fellay. Aquí la captura de pantalla del foro aludido, en donde se ve claramente que todo lo escrito es de autoria de ese usuario y no es una cita textual de nadie, aunque el concepto principal permanezca.


Y como esa es la única fuente que se tiene como referencia de lo expresado por Fellay, lo lógico, responsable y honesto es citar esa fuente (como lo ha hecho por ej: Kreuz.net en alemán, Rorate Cæli en inglés, Fratres In Unum en portugués), pero no ocurre así con la nota de ACI. Por tanto, en este caso quiere decir que a la agencia ACI le consta la certeza objetiva de que esas son las palabras textuales dichas por Fellay, y de allí el entrecomillado.

Siéntense a esperar que ACI suministre la prueba de que en este caso concreto está suministrando una cita textual y verdadera.

¿Recuerdan que en otra entrada anterior sugeríamos que ante la posibilidad de un eventual acuerdo Roma-FSSPX/SSPX algunos oprimen el botón de pánico...?

Una buena noticia desde Alemania


Jóvenes de la KJB (Organización de Jóvenes de la Fraternidad San Pío X) distribuyeron 43.500 folletos con ocasión de la visita del Papa a Friburgo. Unos cincuenta jóvenes de toda Alemania viajaron para distribuir el material gráfico en dos días. Los temas de los folletos fueron dos: uno de ellos era sobre la Misa Tradicional y se titulaba "Un presente del Papa para usted"; el otro, mostraba en la portada una foto del Papa con el lema, "Gracias, Papa Benedicto", por el levantamiento de las excomuniones. El que diseñó los folletos fue el P. Andreas Steiner.


Una buena noticia desde Alemania


Jóvenes de la KJB (Organización de Jóvenes de la Fraternidad San Pío X) distribuyeron 43.500 folletos con ocasión de la visita del Papa a Friburgo. Unos cincuenta jóvenes de toda Alemania viajaron para distribuir el material gráfico en dos días. Los temas de los folletos fueron dos: uno de ellos era sobre la Misa Tradicional y se titulaba "Un presente del Papa para usted"; el otro, mostraba en la portada una foto del Papa con el lema, "Gracias, Papa Benedicto", por el levantamiento de las excomuniones. El que diseñó los folletos fue el P. Andreas Steiner.


lunes, 26 de septiembre de 2011

Asombrosos descubrimientos


Asombrosos descubrimientos


Desinformación en Infocatólica


En la vecina Infocatólica levantan una noticia aparecida en diversos medios de prensa, entre los que destaca el tan criticado portal des-católico Religiondigital

El implicado en el incidente que ha dado lugar a unas censuras canónicas es Agustín (Javier) Miranda Chairez, que funge de "obispo" en la "capilla de los frailes apostólicos", ubicada Morelia, estado de Michoacán, México. 

Cabe destacar que no consta la vinculación del supuesto obispo mexicano con la obra del Arzobispo Marcel Lefebvre. Nos sorprende -o no tanto a estas alturas- la falta de rigor informativo de Infocatólica que, hasta el momento, no ha rectificado la información inexacta reproducida, a pesar de las quejas de varios lectores.

Desinformación en Infocatólica


En la vecina Infocatólica levantan una noticia aparecida en diversos medios de prensa, entre los que destaca el tan criticado portal des-católico Religiondigital

El implicado en el incidente que ha dado lugar a unas censuras canónicas es Agustín (Javier) Miranda Chairez, que funge de "obispo" en la "capilla de los frailes apostólicos", ubicada Morelia, estado de Michoacán, México. 

Cabe destacar que no consta la vinculación del supuesto obispo mexicano con la obra del Arzobispo Marcel Lefebvre. Nos sorprende -o no tanto a estas alturas- la falta de rigor informativo de Infocatólica que, hasta el momento, no ha rectificado la información inexacta reproducida, a pesar de las quejas de varios lectores.

LA EPOPEYA DE LA VENDEE


Agradecemos a Walter por el enlace al documental que ahora ilustra esta entrada.


Jean de la Varende, en su libro "Man d'Arc", relata caso altamente conmovedor que transcribe Calderón Bouchet. He aquí el texto:
El padre Bardeau era uno de esos sacerdotes que seguían a las tropas de los chuanes, tropas que, cuan­do llegaron las columnas infernales [revolucionarios, conocidos como los azules], fueron poblacio­nes enteras en éxodo que escapaban a las matanzas, pues la orden de París era terminante: matar a todos.Una mañana celebraba la misa del alba en una construcción medio granja, medio galpón, para una cincuentena de hombres, mujeres y niños quienes, seguros de estar bien protegidos, escuchaban el ofi­cio del domingo. Todos se habían propuesto comul­gar y había un buen número de hostias consagra­das. Apenas comenzaba la comunión cuando em­pezó la sorpresa. Por las altas ventanas los azules acechaban rodilla en tierra. Habían sorprendido a los centinelas entumecidos con el frío matinal, y ro­dearon la granja, aprovechando, para avanzar, los cánticos, que cubrían el ruido exterior. Tirarían du­rante la comunión, cuando todos tuvieran las cabe­zas gachas o entre las manos.El sacerdote escuchó un ruido que le hizo le­vantar los ojos: frente a él, y por encima de la puerta, el pasto con que se había tapado un tra­galuz redondo, se movía, caía, y un largo fusil de cañón todo negro [...]. No tuvo tiempo de gritar ¡A las armas! La matanza comenzó.Fue una de las más espantosas y completas ma­tanzas de las que podían alabarse las columnas. No se escapó ninguno, con excepción del sacerdote, y veremos cómo: después de haber tirado al montón hasta que el humo impidió ver, los azules hicieron salir a los sobrevivientes uno a uno para ejecutarlos al arma blanca. El sacerdote, presa reservada, apareció al final. Trató de consumir las hostias, pero dos hom­bres lo tenían. Uno de ellos tomó el hostiario, y, son­riendo, lo vació en el chiquero de los cerdos, que es­taba junto al edificio, sobre un mátete de suero, barro y bosta. "Puesto que quieres comer tus buenos dio­ses, ve a buscarlos". De rodillas delante de la sentina, el padre tendió la diestra; un sablazo le cortó dos de­dos contra la tabla del cerco [...]. Avanzó la otra mano; el sable le cortó las falanges. Los soldados se reían a carcajadas. Por detrás de la espalda se apretó ambas manos, por las que corrían dos chorros de sangre y, con la boca, removió el lodo, para atrapar con los labios las blancas obleas que flotaban. Era demasia­do y todos cayeron sobre el santo. Unos lo golpearon con la culata del fusil, otros con los gruesos zapatos militares, y le hundían la cabeza en el barro."Me hice el muerto -confesaba después, un poco avergonzado de esta mentira-. Me dejaron [...]". Una vez solo, metió los muñones en el fondo podrido de la charca, para guardar su sangre y sus fuerzas. Los vendeanos lo encontraron una hora después lamien­do el mátete para recoger las hostias y luchando a cabezadas con los puercos.
* Tomado de: Alfredo Sáenz S.J., La Revolución Francesa IV: La Epopeya de La Vendée (Buenos Aires: Ediciones Gladius, Serie “La Nave y las Tempestades” vol. 10, 2009),  pp. 232-233. Más información aquí.

LA EPOPEYA DE LA VENDEE


Agradecemos a Walter por el enlace al documental que ahora ilustra esta entrada.


Jean de la Varende, en su libro "Man d'Arc", relata caso altamente conmovedor que transcribe Calderón Bouchet. He aquí el texto:
El padre Bardeau era uno de esos sacerdotes que seguían a las tropas de los chuanes, tropas que, cuan­do llegaron las columnas infernales [revolucionarios, conocidos como los azules], fueron poblacio­nes enteras en éxodo que escapaban a las matanzas, pues la orden de París era terminante: matar a todos.Una mañana celebraba la misa del alba en una construcción medio granja, medio galpón, para una cincuentena de hombres, mujeres y niños quienes, seguros de estar bien protegidos, escuchaban el ofi­cio del domingo. Todos se habían propuesto comul­gar y había un buen número de hostias consagra­das. Apenas comenzaba la comunión cuando em­pezó la sorpresa. Por las altas ventanas los azules acechaban rodilla en tierra. Habían sorprendido a los centinelas entumecidos con el frío matinal, y ro­dearon la granja, aprovechando, para avanzar, los cánticos, que cubrían el ruido exterior. Tirarían du­rante la comunión, cuando todos tuvieran las cabe­zas gachas o entre las manos.El sacerdote escuchó un ruido que le hizo le­vantar los ojos: frente a él, y por encima de la puerta, el pasto con que se había tapado un tra­galuz redondo, se movía, caía, y un largo fusil de cañón todo negro [...]. No tuvo tiempo de gritar ¡A las armas! La matanza comenzó.Fue una de las más espantosas y completas ma­tanzas de las que podían alabarse las columnas. No se escapó ninguno, con excepción del sacerdote, y veremos cómo: después de haber tirado al montón hasta que el humo impidió ver, los azules hicieron salir a los sobrevivientes uno a uno para ejecutarlos al arma blanca. El sacerdote, presa reservada, apareció al final. Trató de consumir las hostias, pero dos hom­bres lo tenían. Uno de ellos tomó el hostiario, y, son­riendo, lo vació en el chiquero de los cerdos, que es­taba junto al edificio, sobre un mátete de suero, barro y bosta. "Puesto que quieres comer tus buenos dio­ses, ve a buscarlos". De rodillas delante de la sentina, el padre tendió la diestra; un sablazo le cortó dos de­dos contra la tabla del cerco [...]. Avanzó la otra mano; el sable le cortó las falanges. Los soldados se reían a carcajadas. Por detrás de la espalda se apretó ambas manos, por las que corrían dos chorros de sangre y, con la boca, removió el lodo, para atrapar con los labios las blancas obleas que flotaban. Era demasia­do y todos cayeron sobre el santo. Unos lo golpearon con la culata del fusil, otros con los gruesos zapatos militares, y le hundían la cabeza en el barro."Me hice el muerto -confesaba después, un poco avergonzado de esta mentira-. Me dejaron [...]". Una vez solo, metió los muñones en el fondo podrido de la charca, para guardar su sangre y sus fuerzas. Los vendeanos lo encontraron una hora después lamien­do el mátete para recoger las hostias y luchando a cabezadas con los puercos.
* Tomado de: Alfredo Sáenz S.J., La Revolución Francesa IV: La Epopeya de La Vendée (Buenos Aires: Ediciones Gladius, Serie “La Nave y las Tempestades” vol. 10, 2009),  pp. 232-233. Más información aquí.

viernes, 23 de septiembre de 2011

La importancia de la perfección personal


"Que cada uno procure ser perfecto en su orden y en el fiel desempeño de todas sus funciones y con esto llegará al grado y forma de santidad a que está destinado y contribuirá en lo posible a la edificación común. El verdadero progreso individual siempre influye muy eficazmente en el colectivo; y es una vana quimera el intentar uno grandes reformas sociales, que de él no dependen, mientras descuida lo que está en su mano, que es la propia reformación, con lo cual, por lo pronto habría impedido no pocos males y dado algunos buenos ejemplos. Que se reformen y perfecciones muchos miembros de una sociedad y muy luego empezará a sentirse el beneficio de esa reforma. Cuando un alma aspira de veras a la perfección cristiana, siempre arrastra con su ejemplo y lleva en pos de sí muchas; y tantas más cuanto más eficaces son esos ejemplos, cuando mayor sea la configuración de esa alma con los padecimientos del Salvador, como dice Santa Teresa, (Vida c. 11) Y mejorando con eso toda la Iglesia, ese progreso colectivo redundará a su vez en el de todos sus miembros y muy particularmente en el de quien lo provocó. Déjense, pues, todos llevar de la acción e inspiración de Dios, que en cada momento les determina lo que entonces deben hacer o padecer para irse reformando y configurando a imagen del hombre nuevo (Ef 2,15) y realizar así plenamente los adorables designios de la Providencia. Déjense penetrar por la unción del Espíritu Santo, que los ablandará y suavizará y fortalecerá, haciéndolos dóciles a la voz de la verdad y firmes en practicarla.” (Fr. Juan González Arintero, OP)

La importancia de la perfección personal


"Que cada uno procure ser perfecto en su orden y en el fiel desempeño de todas sus funciones y con esto llegará al grado y forma de santidad a que está destinado y contribuirá en lo posible a la edificación común. El verdadero progreso individual siempre influye muy eficazmente en el colectivo; y es una vana quimera el intentar uno grandes reformas sociales, que de él no dependen, mientras descuida lo que está en su mano, que es la propia reformación, con lo cual, por lo pronto habría impedido no pocos males y dado algunos buenos ejemplos. Que se reformen y perfecciones muchos miembros de una sociedad y muy luego empezará a sentirse el beneficio de esa reforma. Cuando un alma aspira de veras a la perfección cristiana, siempre arrastra con su ejemplo y lleva en pos de sí muchas; y tantas más cuanto más eficaces son esos ejemplos, cuando mayor sea la configuración de esa alma con los padecimientos del Salvador, como dice Santa Teresa, (Vida c. 11) Y mejorando con eso toda la Iglesia, ese progreso colectivo redundará a su vez en el de todos sus miembros y muy particularmente en el de quien lo provocó. Déjense, pues, todos llevar de la acción e inspiración de Dios, que en cada momento les determina lo que entonces deben hacer o padecer para irse reformando y configurando a imagen del hombre nuevo (Ef 2,15) y realizar así plenamente los adorables designios de la Providencia. Déjense penetrar por la unción del Espíritu Santo, que los ablandará y suavizará y fortalecerá, haciéndolos dóciles a la voz de la verdad y firmes en practicarla.” (Fr. Juan González Arintero, OP)

Última hora

Diversas reacciones a lo largo del universo mundo a causa de las últimas ocurrencias de d. José Miguel Arraiz en su blog "Apologética para el mundo" a las que hicimos referencia en una entrada anterior.



Última hora

Diversas reacciones a lo largo del universo mundo a causa de las últimas ocurrencias de d. José Miguel Arraiz en su blog "Apologética para el mundo" a las que hicimos referencia en una entrada anterior.



jueves, 22 de septiembre de 2011

Agamenón o su porquero


El cardenal Avery Dulles no es santo de nuestra devoción pero nos parece que acertó en la siguiente descripción:
"En algunas presentaciones [teológicas] aparece como si el creyente tuviera obligación de dar un cheque en blanco al magisterio. La fe católica era entendida como una confianza implícita en el oficio de enseñar y el test de la ortodoxia era la postura de estar dispuesto el hombre a creer todo lo que la Iglesia le pudiera enseñar por el mero hecho de ser enseñanza de la Iglesia. Uno de los peligros que se seguían de este enfoque era una especie de indiferencia al contenido de la revelación. Los creyentes llegaron a oír decir que si la Iglesia llegara a enseñar que en lugar de tres había cinco o diez personas en Dios, ellos deberían creerlo con la misma fe con la que ahora creían en las tres divinas personas."


Agamenón o su porquero


El cardenal Avery Dulles no es santo de nuestra devoción pero nos parece que acertó en la siguiente descripción:
"En algunas presentaciones [teológicas] aparece como si el creyente tuviera obligación de dar un cheque en blanco al magisterio. La fe católica era entendida como una confianza implícita en el oficio de enseñar y el test de la ortodoxia era la postura de estar dispuesto el hombre a creer todo lo que la Iglesia le pudiera enseñar por el mero hecho de ser enseñanza de la Iglesia. Uno de los peligros que se seguían de este enfoque era una especie de indiferencia al contenido de la revelación. Los creyentes llegaron a oír decir que si la Iglesia llegara a enseñar que en lugar de tres había cinco o diez personas en Dios, ellos deberían creerlo con la misma fe con la que ahora creían en las tres divinas personas."


miércoles, 21 de septiembre de 2011

Arráiz, «ex cáthedra»


De todas las barbaridades que le hemos leído al apologeta oficial del portal "amigo", ésta se lleva la palma:

Comentario del blogger: El Magisterio se caracteriza porque es un oficio vivo. El magisterio pasado pasa a ser tradición, por tanto, si tu encuentras que algo del Magisterio pasado contradice al Magisterio presente, tu debes acudir al Magisterio presente para que te de las aclaraciones respectivas, y no tratar de resolver el asunto tú mismo eligiendo o uno o el otro.
21/09/11 11:11 PM


Dejamos la prueba para la posteridad.


Pinchar para ver mejor.

Arráiz, «ex cáthedra»


De todas las barbaridades que le hemos leído al apologeta oficial del portal "amigo", ésta se lleva la palma:

Comentario del blogger: El Magisterio se caracteriza porque es un oficio vivo. El magisterio pasado pasa a ser tradición, por tanto, si tu encuentras que algo del Magisterio pasado contradice al Magisterio presente, tu debes acudir al Magisterio presente para que te de las aclaraciones respectivas, y no tratar de resolver el asunto tú mismo eligiendo o uno o el otro.
21/09/11 11:11 PM


Dejamos la prueba para la posteridad.


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Puritanos eclesiales


En la furia antilefebvriana desatada por Arráiz y sus seguidores resulta frecuente el empleo tópicos como "no pertenecen a la Iglesia", "están fuera de la Iglesia", "no son católicos", "no pueden ser católicos", etc., como si estas sentencias fueran la consecuencia necesaria de cualquier divergencia doctrinal o el efecto ineludible de la imposición de una sanción canónica. Desde la eclesiología tradicional, es posible enjuiciar estos tópicos como un exceso de simplificación, que además bien podrían calificarse de puritanismo eclesial. Transcribimos unos fragmentos del p. Sauras, OP que resultan esclarecedores.


Que los fieles que viven en pecado mortal pertenezcan al cuerpo místico es una verdad fuera de toda duda
. Abundan los datos positivos en su abono, y la teología explica cómo sucede esto. La fe informe es un don gratuito, sobrenatural, que une con Cristo a quien la posee, aunque esta unión no sea tan perfecta que llegue a justificar.
Periódicamente se ha suscitado la cuestión de quiénes pertenecen a la Iglesia, y no han faltado soluciones que pudiéramos llamar rigoristas o puritanas, que excluyen de ella a los pecadores, soluciones que siempre han sido condenadas. Es, pues, cierto, que pertenecen a ella. Quizá acordándose alguien de la distinción entre el cuerpo y el alma de la Iglesia llegue a pensar que los pecadores pertenecen al cuerpo porque están bautizados y poseen el carácter sacramental. Así es, pero no es esto todo; en algún sentido pertenecen también al alma, porque, además del carácter, tienen la fe, que no desaparece con los pecados mortales, y la fe es un elemento sobrenatural inicialmente vivificador. Quien la posee está ya en conexión con el alma de la Iglesia.
El hecho de la pertenencia de los pecadores al cuerpo místico lo encontramos afirmado de muchas maneras. Negativamente, en la condenación de las doctrinas que afirmaban que solamente los buenos forman parte del cuerpo místico; positivamente, en algunas expresiones de la Escritura y de los Padres. (…)
El caso de los excomulgados es complejo; en parte coincide con el de los pecadores, en parte es más grave, en parte puede ser menos. Los excomulgados son miembros en acto del cuerpo místico, a pesar de su excomunión, siempre que no sean reos de un pecado de infidelidad. Si están excomulgados por algún pecado externo grave, que no es de infidelidad, están unidos a Cristo en acto por la fe. Y si poseen la fe, pueden ponerse en trance de conversión y unirse ala Cabeza con los otros principios de que hemos hablado en el párrafo anterior, pues de la fe parten la esperanza, el amor inicial de Dios y el odio al pecado.
La dificultad aparente surge de la misma palabra excomulgados, que quiere decir fuera de la comunión, o de la unión, o de la comunidad. Y como la unión o la comunidad eclesiástica es, fundamentalmente, espiritual, parece que deban estar fuera de ella y, por lo tanto, que no sean miembros actuales del cuerpo místico.
La excomunión es una censura con la que el excomulgado queda excluido de la comunión de los fieles. Se da a determinados delincuentes, pues es una pena eclesiástica, y la pena supone falta. Por lo que, en la estimación de quien excomulga, el excomulgado está en pecado grave.
Pero es necesario distinguir bien los dos aspectos: el de pecado y el de censura. Por el primero, el excomulgado carece de la graciasantificante, que perdió al pecar; por el segundo carece de la comunión espiritual de los fieles; privación a la que le somete la Iglesia por haber pecado. Pero ya se comprende que esta sanción no causa en él la carencia de la gracia santificante, sino que la supone. La única carencia que causa es la de la ayuda que el sujeto en cuestión podría percibir de los fieles.
¿En qué medida se desconectan los excomulgados de los bienes espirituales que acabamos de nombrar? De la gracia santificante totalmente. Ningún pecado mortal es compatible con ella. Pero esto no quiere decir que el pecador se desconecte totalmente de Cristo (…). Los excomulgados que están en verdadero pecado mortal, caso de no ser pecado de infidelidad, están conectados con Cristo mediante la fe, y, si se ponen en trance de conversión, pueden conectarse también con la esperanza informe, con el amor inicial de Dios y el dolor de atrición. Todo esto son principios sobrenaturales que producen en él una vida sobrenatural lánguida, insuficiente para justificar, pero vida al fin.
Puede darse el caso incluso de que los excomulgados estén más unidos a Cristo que los pecadores; puede ser que se le unan en caridad. Sucedería esto cuando la excomunión se impusiera por un delito grave, probado en el foro externo, pero inexistente en el foro interno. La Iglesia está sujeta a fallo en estos asuntos externos, y se da la posibilidad de que excomulgue a un inocente. Y aun en el caso de que esta contingencia no sucediera nunca, puede suceder esta otra: el excomulgado no está desconectado de Cristo; se une a El mediante la fe, y puede unírsele también mediante los otros principios que disponen próximamente para la justificación. A la disposición próxima sigue la infusión de la gracia, y el excomulgado quedaría justificado. Es cierto que para la justificación es necesaria la confesión y que los excomulgados no son admitidos a la recepción de los sacramentos. Todo esto es discurrir a base de lo que sucede siguiendo la vía ordinaria de la infusión de la gracia.
Pero hay vías extraordinarias por las que la gracia santificante llega al hombre. Este se puede justificar con un acto de contrición, que lleva implícito el voto del sacramento de la penitencia. En este caso tendríamos un individuo justificado sujeto a excomunión, pues por el voto de la penitencia no se levanta la censura. Como se advierte, a pesar de ser excomulgado, a pesar de tener la censura, que le separa de la comunión de determinados bienes espirituales con los fieles, poseería la comunión perfecta con Cristo; se uniría a El como los justos, con la unión perfecta de la caridad.
Tomado de: SAURAS, E. El Cuerpo Místico de Cristo. BAC, Madrid, p. 618 y ss.

Puritanos eclesiales


En la furia antilefebvriana desatada por Arráiz y sus seguidores resulta frecuente el empleo tópicos como "no pertenecen a la Iglesia", "están fuera de la Iglesia", "no son católicos", "no pueden ser católicos", etc., como si estas sentencias fueran la consecuencia necesaria de cualquier divergencia doctrinal o el efecto ineludible de la imposición de una sanción canónica. Desde la eclesiología tradicional, es posible enjuiciar estos tópicos como un exceso de simplificación, que además bien podrían calificarse de puritanismo eclesial. Transcribimos unos fragmentos del p. Sauras, OP que resultan esclarecedores.


Que los fieles que viven en pecado mortal pertenezcan al cuerpo místico es una verdad fuera de toda duda
. Abundan los datos positivos en su abono, y la teología explica cómo sucede esto. La fe informe es un don gratuito, sobrenatural, que une con Cristo a quien la posee, aunque esta unión no sea tan perfecta que llegue a justificar.
Periódicamente se ha suscitado la cuestión de quiénes pertenecen a la Iglesia, y no han faltado soluciones que pudiéramos llamar rigoristas o puritanas, que excluyen de ella a los pecadores, soluciones que siempre han sido condenadas. Es, pues, cierto, que pertenecen a ella. Quizá acordándose alguien de la distinción entre el cuerpo y el alma de la Iglesia llegue a pensar que los pecadores pertenecen al cuerpo porque están bautizados y poseen el carácter sacramental. Así es, pero no es esto todo; en algún sentido pertenecen también al alma, porque, además del carácter, tienen la fe, que no desaparece con los pecados mortales, y la fe es un elemento sobrenatural inicialmente vivificador. Quien la posee está ya en conexión con el alma de la Iglesia.
El hecho de la pertenencia de los pecadores al cuerpo místico lo encontramos afirmado de muchas maneras. Negativamente, en la condenación de las doctrinas que afirmaban que solamente los buenos forman parte del cuerpo místico; positivamente, en algunas expresiones de la Escritura y de los Padres. (…)
El caso de los excomulgados es complejo; en parte coincide con el de los pecadores, en parte es más grave, en parte puede ser menos. Los excomulgados son miembros en acto del cuerpo místico, a pesar de su excomunión, siempre que no sean reos de un pecado de infidelidad. Si están excomulgados por algún pecado externo grave, que no es de infidelidad, están unidos a Cristo en acto por la fe. Y si poseen la fe, pueden ponerse en trance de conversión y unirse ala Cabeza con los otros principios de que hemos hablado en el párrafo anterior, pues de la fe parten la esperanza, el amor inicial de Dios y el odio al pecado.
La dificultad aparente surge de la misma palabra excomulgados, que quiere decir fuera de la comunión, o de la unión, o de la comunidad. Y como la unión o la comunidad eclesiástica es, fundamentalmente, espiritual, parece que deban estar fuera de ella y, por lo tanto, que no sean miembros actuales del cuerpo místico.
La excomunión es una censura con la que el excomulgado queda excluido de la comunión de los fieles. Se da a determinados delincuentes, pues es una pena eclesiástica, y la pena supone falta. Por lo que, en la estimación de quien excomulga, el excomulgado está en pecado grave.
Pero es necesario distinguir bien los dos aspectos: el de pecado y el de censura. Por el primero, el excomulgado carece de la graciasantificante, que perdió al pecar; por el segundo carece de la comunión espiritual de los fieles; privación a la que le somete la Iglesia por haber pecado. Pero ya se comprende que esta sanción no causa en él la carencia de la gracia santificante, sino que la supone. La única carencia que causa es la de la ayuda que el sujeto en cuestión podría percibir de los fieles.
¿En qué medida se desconectan los excomulgados de los bienes espirituales que acabamos de nombrar? De la gracia santificante totalmente. Ningún pecado mortal es compatible con ella. Pero esto no quiere decir que el pecador se desconecte totalmente de Cristo (…). Los excomulgados que están en verdadero pecado mortal, caso de no ser pecado de infidelidad, están conectados con Cristo mediante la fe, y, si se ponen en trance de conversión, pueden conectarse también con la esperanza informe, con el amor inicial de Dios y el dolor de atrición. Todo esto son principios sobrenaturales que producen en él una vida sobrenatural lánguida, insuficiente para justificar, pero vida al fin.
Puede darse el caso incluso de que los excomulgados estén más unidos a Cristo que los pecadores; puede ser que se le unan en caridad. Sucedería esto cuando la excomunión se impusiera por un delito grave, probado en el foro externo, pero inexistente en el foro interno. La Iglesia está sujeta a fallo en estos asuntos externos, y se da la posibilidad de que excomulgue a un inocente. Y aun en el caso de que esta contingencia no sucediera nunca, puede suceder esta otra: el excomulgado no está desconectado de Cristo; se une a El mediante la fe, y puede unírsele también mediante los otros principios que disponen próximamente para la justificación. A la disposición próxima sigue la infusión de la gracia, y el excomulgado quedaría justificado. Es cierto que para la justificación es necesaria la confesión y que los excomulgados no son admitidos a la recepción de los sacramentos. Todo esto es discurrir a base de lo que sucede siguiendo la vía ordinaria de la infusión de la gracia.
Pero hay vías extraordinarias por las que la gracia santificante llega al hombre. Este se puede justificar con un acto de contrición, que lleva implícito el voto del sacramento de la penitencia. En este caso tendríamos un individuo justificado sujeto a excomunión, pues por el voto de la penitencia no se levanta la censura. Como se advierte, a pesar de ser excomulgado, a pesar de tener la censura, que le separa de la comunión de determinados bienes espirituales con los fieles, poseería la comunión perfecta con Cristo; se uniría a El como los justos, con la unión perfecta de la caridad.
Tomado de: SAURAS, E. El Cuerpo Místico de Cristo. BAC, Madrid, p. 618 y ss.

martes, 20 de septiembre de 2011

Le falla el «catolicómetro»


Desde nuestra humilde bitácora intentamos una vez educar a José Miguel Arráiz. Nos encontramos hoy con una nueva perla del apologeta bolivariano, que nos persuade del poco éxito de nuestro anterior intento.
Evidentemente Arráiz se muestra incapaz de interpretar al p. Martín Rubio, que ha dejado en claro que para ser católico no se necesita aceptar todas y cada una de las proposiciones contenidas en los documentos del Vaticano II, por la sencilla razón de que tienen muy diverso valor magisterial. Esperamos que el siguiente ejemplo sea de utilidad:
Ticio, fiel católico, sostiene una opinión teológica que difiere de una enseñanza del Magisterio no infalible del Vaticano II. Supuesto que Ticio se equivocara, su opinión podría ser calificada con la censura de error en doctrina católica o de sentencia temeraria (las censuras varían según el manual que se consulte). Su acto de opinar podría ser un pecado de desobediencia (material o formal, no entramos en el tema) y, sin embargo, no por eso dejaría de pertenecer a la Iglesia católica (la Iglesia también se compone de pecadores), ni su pecado llegaría a tener entidad suficiente para considerarse un delito sancionado por el CIC o para privar de ciertos derechos (como el ejercicio legítimo del ministerio sacerdotal).
Asimismo, es nuestro deseo que este modesto aporte le sirva al venezolano, no para sentirse "en" la Iglesia (expresión ignaciana mal traducida), sino para sentir con la Iglesia en lo relativo al asentimiento debido al Magisterio, que debe ser diferenciado según el diverso valor y jerarquía de sus proposiciones.

Le falla el «catolicómetro»


Desde nuestra humilde bitácora intentamos una vez educar a José Miguel Arráiz. Nos encontramos hoy con una nueva perla del apologeta bolivariano, que nos persuade del poco éxito de nuestro anterior intento.
Evidentemente Arráiz se muestra incapaz de interpretar al p. Martín Rubio, que ha dejado en claro que para ser católico no se necesita aceptar todas y cada una de las proposiciones contenidas en los documentos del Vaticano II, por la sencilla razón de que tienen muy diverso valor magisterial. Esperamos que el siguiente ejemplo sea de utilidad:
Ticio, fiel católico, sostiene una opinión teológica que difiere de una enseñanza del Magisterio no infalible del Vaticano II. Supuesto que Ticio se equivocara, su opinión podría ser calificada con la censura de error en doctrina católica o de sentencia temeraria (las censuras varían según el manual que se consulte). Su acto de opinar podría ser un pecado de desobediencia (material o formal, no entramos en el tema) y, sin embargo, no por eso dejaría de pertenecer a la Iglesia católica (la Iglesia también se compone de pecadores), ni su pecado llegaría a tener entidad suficiente para considerarse un delito sancionado por el CIC o para privar de ciertos derechos (como el ejercicio legítimo del ministerio sacerdotal).
Asimismo, es nuestro deseo que este modesto aporte le sirva al venezolano, no para sentirse "en" la Iglesia (expresión ignaciana mal traducida), sino para sentir con la Iglesia en lo relativo al asentimiento debido al Magisterio, que debe ser diferenciado según el diverso valor y jerarquía de sus proposiciones.